S I NO SE BUSCA IMITAR LA MANSEDUMBRE DEL S AGRADO C ORAZÓN , TODA LA RELIGIÓN ES
VANIDAD DE VANIDADES
(Domingo XII – TO – Ciclo A –)
“Lo que les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído,
proclámenlo desde lo alto de las casas” (cfr. Mt 10, 26-33). ¿Qué quiere decir Jesús cuando
dice que habla “en la oscuridad” y “al oído?
Cuando Jesús dice que habla en la oscuridad y al oído, lo hace en forma de
metáfora, para significar una realidad oculta e invisible, pero real: Jesús habla en la
oscuridad cuando entra en el alma por la comunión eucarística, y habla al oído por medio
de su Espíritu también en la comunión.
La comunión eucarística no es un mero trámite sin más complicación que levantarse
del asiento para recibir la Eucaristía. La comunión es el cumplimiento de las palabras de
Jesús en el Apocalipsis: “Si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él y cenaré
con él, y él conmigo” 1 .
Es en este momento, en el que Jesús entra en el alma por la comunión, en donde
habla en la oscuridad y al oído; habla en lo secreto, en el interior del alma, en lo más
profundo del ser, con palabras inaudibles, pero que quedan grabadas a fuego por el
Espíritu Santo, que es quien comunica al alma las verdades reveladas por Jesús.
“Lo que les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído,
proclámenlo desde lo alto de las casas”. ¿Qué es lo que Jesús nos dice en la oscuridad y
debemos repetirlo en pleno día, y qué es lo que escuchamos al oído y debemos proclamarlo
desde lo alto de las casas?
Jesús con su Espíritu nos habla en lo más profundo del alma, y nos dice que Él es
Dios, que su Iglesia es la única Iglesia verdadera, que Él está realmente Presente en el
sacramento del altar, que es verdad todo lo que la Iglesia profesa en el Credo, que Dios es
Uno y Trino, que hay cielo y que hay infierno, que el mandamiento más importante es el
amor a Dios y al prójimo, y que si este mandamiento no se cumple, de nada sirve la
devoción, el rezar, el venir a misa, el decirse católico; Jesús nos habla al oído y en la
oscuridad del alma, y nos dice que la religión no es portarse bien, sino vivir como hijos de
Dios recibiendo su Espíritu por el bautismo y en cada comunión, y mostrar ese ser hijos de
Dios no con palabras y discursos, sino con obras de caridad y de misericordia, de
compasión, de perdón, de fraternidad; Jesús nos dice que ser cristianos no es sólo rezar y
cumplir con la misa del domingo para no caer en pecado mortal, sino seguir a una Persona,
la Persona divina del Hijo de Dios, Jesús de Nazareth.
“Lo que les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído,
proclámenlo desde lo alto de las casas”. A cada uno que comulga, Jesús le habla en la
oscuridad, al oído, y cada uno sabe qué es lo que Jesús le dice en lo secreto, de modo
particular.
Pero lo que nos dice a todos, sin excepción, y que es lo que debemos proclamar más
que con palabras, con obras, es que sin caridad no hay religión; sin caridad, sin amor a
Dios y al prójimo, la religión es falsa, hueca, vacía, superficial, y se convierte en un
pretexto usado por nosotros para justificarnos y sentirnos bien, haciéndonos sentir que
después de todo no somos tan malos si rezamos a Dios.
Pero Jesús nos advierte contra este error, hablándonos al oído y en la oscuridad: si
no se vive el primer mandamiento, si no se busca imitar la mansedumbre del Sagrado
Corazón, toda la religión es vanidad de vanidades.
Padre Álvaro Sánchez Rueda
1 3, 20.