J ESÚS NOS HABLA CUANDO VIENE A NOSOTROS POR LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA
(Domingo XII – TO – Ciclo A –)
“No les teman (…) No teman a los que pueden matar el cuerpo pero
no pueden matar el alma (…) No teman, porque valen más que muchos
pájaros” (cfr. Mt 10, 26-33). Jesús repite tres veces la misma idea: “No les
teman (…) No teman (…) No teman”. ¿A quién no hay que temer? A los que
pueden matar el cuerpo pero no el alma.
Claramente se está refiriendo a la persecución a la Iglesia: quienes
persiguen a los cristianos, pueden matarlos, pero no pueden matar el alma.
Por eso Jesús dice que no hay que temerles, porque por más que maten el
cuerpo, no matarán el alma.
Jesús dice que no hay que temer a quienes pueden matar el cuerpo
pero no el alma, por lo cual está aludiendo a la persecución que el mundo
hace de la Iglesia.
¿Qué es lo que provoca la persecución de la Iglesia? Lo que Jesús nos
dice al oído y en la oscuridad: “Lo que digo en la oscuridad debe ser dicho a
plena luz del día (…) Lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de
las casas”. Lo que Jesús dice en la oscuridad y al oído es el motivo de la
persecución a la Iglesia y a los cristianos. ¿Cuándo nos habla Jesús y qué es
lo que Jesús nos dice en la oscuridad y al oído?
Nos habla cuando viene a nosotros por la comunión eucarística, y nos
dice, en la profundidad del ser, un secreto revelado por el Espíritu Santo:
que Él es Dios Hijo, que está en la Eucaristía, que su Iglesia es la Iglesia
verdadera y única Iglesia, que Dios es Uno y Trino, que María es la Madre
de Dios, que Dios Hijo se ha encarnado para que los hombres sean hijos de
Dios. Lo que provoca la persecución, en definitiva, es lo que rezamos en el
Credo.
Hoy se persigue a la Iglesia de diversas maneras, tanto de manera
cruenta como incruenta: por las armas, pero también a través de las leyes,
cuando se legisla en contra de la vida humana, cuando se aprueban leyes
contra el aborto, contra el matrimonio monogámico, cuando se aprueban
leyes favorables a la eutanasia; se persigue a la Iglesia cuando se rechazan
sus enseñanzas, cuando
Pero no sólo desde afuera se persigue a la Iglesia: también nosotros
podemos ser perseguidores de nuestros propios hermanos, cuando no
vivimos la caridad con el prójimo. La persecución a la Iglesia no es sólo
desde afuera hacia la Iglesia, sino desde dentro de la misma Iglesia, y
nosotros debemos preocuparnos por no ser nosotros los perseguidores de
nuestros hermanos.
Si no vivimos la caridad entre los miembros de la Iglesia, nos
convertiremos nosotros en perseguidores de nuestros hermanos, y nuestros
hermanos en Cristo tendrán motivos de queja ante Dios por nosotros.
Padre Álvaro Sánchez Rueda