Solemnidad del Corpus Christi
Junio 26 de 2011
Padre Emilio Betancur Múnera
CORPUS CHRISTI
El Éxodo transformo “un puado de inmigrantes en un pueblo” más fuerte
que sus enemigos, un residuo de esclavos en pueblo de Dios (Sal 108). No
pocos de los que salieron al desierto el éxodo fue un momento de prueba.
Así lo expresa el libro del Deuteronomio.
“Recuerden como en los últimos cuarenta aos, el Seor su Dios, ha dirigido
su peregrinación en el desierto, o al menos los ha probado con tribulaciones
si no querían guardar sus mandamientos” (8,23; 14b,16ª) (primera
lectura).
También hoy los creyentes necesitamos conocer la pobreza en que nos sitúa
la infidelidad a Dios, antes de reconocer la dependencia que tenemos de la
fidelidad de Dios. El éxodo de antes y el éxodo de hoy son gracias a pesar
de su carácter doloroso. Del éxodo del pecado resulta una sincera
conversión del pecado.
La comida es una necesidad fundamental de todo ser humano y, la mano
de Dios proveía esta carencia con un don llamado “Maná”.
Nada mejor que el don del maná para comprender que “no slo de pan vive
el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca del Seor”.
Buscar fundamentos, la sobrevivencia en otra comida absolutizándolo, es
dudar de Dios (Mt 4,3-4).
Lo mismo ocurre con el agua. El agua que da Dios, la Palabra se convierte
en un manantial que salta hasta la vida eterna” (Jn 4,13-15). Pozos
excavados por la mano del hombre se vuelven, estanques que reteniendo el
agua la pudren (Jer 2,13;14,3).
Como Pablo y los cristianos de Corinto, entendemos “la comunin” entre el
creyente y Jesucristo muerto y resucitado como una “unin” real, “este es
mi cuerpo entregado por vosotros” “hagan esto en conmemoracin mía”.
“Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre. Hagan esto, todas las veces
que beban, en memoria mía” (1 Cor 11,23-25).
La tradición cristiana de los primeros siglos quiso expresar la cohesión de
fidelidad en la Iglesia y su comunión en Cristo, hablando del pan eucarístico
como símbolo la fe, expresada por Pablo.
Fue después de alimentar la multitud con la multiplicación de los panes
cuando Jesús dijo el discurso, del pan de vida.
Andrés ofreció el fiambre que la mamá le había hecho de cinco panes y dos
peces y se los entrtegó a Jesús, aunque advirtió que no sería suficiente. La
multiplicación se origina en el compartir; donde no se comparte se resta y
divide, donde se comparte se multiplica, y sobra. Esta es una lección para
la Iglesia porque la multiplicación la hicieron los doce a nombre de Jesús.
El pan es Jesús “yo soy el pan vivo bajado del cielo que da vida al mundo”
yo soy el pan de vida, todo el que venga a mí nunca tendrá hambre, y todo
el que crea en mí, nunca tendrá sed” (Jn 6,33-35). “Yo soy el pan de vida…
yo soy el pan vivo… todo el que come de este pan vivirá para siempre” (Jn
6,48-52). “Todo el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí
y yo en él”.
La fe en la eucaristía va de la mano de la fe en la Encarnación: Jesús es
pan de vida por ser verdadero hombre y verdadero Dios.
El pan que partimos y la copa que compartimos son comunión con Cristo
muerto y resucitado (segunda lectura).
EL VIATICO
La vida es una experiencia diaria de marcha con muchas necesidades y no
pocas hambres, el maná, y el agua son nuestro mejor viático que recibidos
como don nos permiten permanecer en acción de gracias. La necesidad se
llama gracia cuando se fundamenta en la fe.
No basta con ir a misa y comulgar, la devoción loable por la Eucaristía no
puede eximirnos de sus consecuencias sociales: la unidad y la solidaridad.