EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Lunes de la XIII Semana del Tiempo Ordinario
Libro de Génesis 18,16-33.
Después, los hombres salieron de allí y se dirigieron hacia Sodoma, y Abraham los
acompañó para despedirlos.
Mientras tanto, el Señor pensaba: "¿Dejaré que Abraham ignore lo que ahora voy a
realizar,
siendo así que él llegará a convertirse en una nación grande y poderosa, y que por
él se bendecirán todas las naciones de la tierra?
Porque yo lo he elegido para que enseñe a sus hijos, y a su familia después de él,
que se mantengan en el camino del Señor, practicando lo que es justo y recto. Así
el Señor hará por Abraham lo que ha predicho acerca de él".
Luego el Señor añadió: "El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su
pecado tan grave,
que debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado
hasta mí. Si no es así, lo sabré".
Dos de esos hombres partieron de allí y se fueron hacia Sodoma, pero el Señor se
quedó de pie frente a Abraham.
Entonces Abraham se le acercó y le dijo: "¿Así que vas a exterminar al justo junto
con el culpable?
Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de
perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él?
¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable,
haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la
tierra no va a hacer justicia?".
El Señor respondió: "Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma,
perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos".
Entonces Abraham dijo: "Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el
atrevimiento de dirigirme a mi Señor.
Quizá falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a
destruir toda la ciudad?". "No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco",
respondió el Señor.
Pero Abraham volvió a insistir: "Quizá no sean más de cuarenta". Y el Señor
respondió: "No lo haré por amor a esos cuarenta".
"Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no lo tome a mal si continúo
insistiendo. Quizá sean solamente treinta". Y el Señor respondió: "No lo haré si
encuentro allí a esos treinta".
Abraham insistió: "Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor.
Tal vez no sean más que veinte". "No la destruiré en atención a esos veinte",
declaró el Señor.
"Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última
vez. Quizá sean solamente diez". "En atención a esos diez, respondió, no la
destruiré".
Apenas terminó de hablar con él, el Señor se fue, y Abraham regresó a su casa.
Salmo 103(102),1-2.3-4.8-9.10-11.
De David. Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo
Nombre;
bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios.
El perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura;
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia;
no acusa de manera inapelable ni guarda rencor eternamente;
no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas.
Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por los que lo
temen;
Evangelio según San Mateo 8,18-22.
Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la
otra orilla.
Entonces se aproximó un escriba y le dijo: "Maestro, te seguiré adonde vayas".
Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos;
pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
Otro de sus discípulos le dijo: "Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi
padre".
Pero Jesús le respondió: "Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus
muertos".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), obispo y doctor de la Iglesia
8º Discurso para la novena de Navidad
«El Hijo del hombre no tiene donde reposar su cabeza»
Dios es Él mismo su riqueza, porque Él es el bien infinito... Este Dios siendo
rico se hizo pobre haciéndose hombre, con el fin de enriquecernos a nosotros,
miserables pecadores. Esto es lo que dice expresamente el apóstol Pablo: «Jesús se
hizo pobre, siendo rico, con el fin de enriquecernos con su pobreza» (2 Co 8,9)
¿Cómo? ¡Un Dios... llega al extremo de hacerse pobre! ¿Con qué intención? Difícil
de comprender.
Los bienes de la tierra no pueden ser más que tierra y fango; pero este fango
ciega totalmente a los hombres para que no vean los bienes verdaderos. Antes de
la venida de Jesucristo, el mundo estaba totalmente en tinieblas, porque estaban
llenos de pecados: "Toda carne ha pervertido su conducta" (Gn 6,12). Es decir:
todos los hombres habían oscurecido en ellos la Ley natural grabada en su interior
por Dios; vivían como bestias, únicamente preocupados en buscar placeres y bienes
de aquí abajo, ignorando totalmente la existencia de bienes eternales. Es por efecto
de la divina misericordia que el Hijo de Dios vino Él mismo a disipar estas profundas
tinieblas: "Sobre aquellos que habitaban en tinieblas y sombras de muerte, la luz
ha resplandecido"(Is 9,1).
Más este divino Maestro, ha tenido que instruirnos, no solo por la palabra,
sino mucho más y sobre todo, por los ejemplos de su vida. «La pobreza, dijo San
Bernardo, es ausencia de cielo; sólo se puede encontrar en la tierra. Maldito el
hombre que no conocía el premio, y, por lo tanto, no lo había buscado. Para
volverse precioso a nuestros ojos y digno de todos nuestros deseos, ¿qué hizo el
Hijo de Dios? Descendió del cielo a la tierra y la ha escogido por compañera para
toda su vida.»
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”