EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la XIII Semana del Tiempo Ordinario
Libro de Génesis 19,15-29.
Al despuntar el alba, los ángeles instaron a Lot, diciéndole: "¡Vamos! Saca a tu
mujer y a tus dos hijas que están aquí, para que no seas aniquilado cuando la
ciudad reciba su castigo".
Como él no salía de su asombro, los hombres lo tomaron de la mano, lo mismo que
a su esposa y a sus dos hijas, y lo sacaron de la ciudad para ponerlo fuera de
peligro, porque el Señor tuvo compasión de él.
Después que lo sacaron, uno de ellos dijo: "Huye, si quieres salvar la vida. No
mires hacia atrás, ni te detengas en ningún lugar de la región baja. Escapa a las
montañas, para no ser aniquilado".
Lot respondió: "No, por favor, Señor mío.
Tú has sido bondadoso con tu servidor y me has demostrado tu gran misericordia,
salvándome la vida. Pero yo no podré huir a las montañas, sin que antes caigan
sobre mí la destrucción y la muerte.
Aquí cerca hay una ciudad - es una población insignificante - donde podré
refugiarme. Deja que me quede en ella, ya que es tan pequeña, y así estaré a
salvo".
Entonces él le respondió: "Voy a complacerte una vez más: no destruiré la ciudad
de la que hablas.
Pero apúrate; refúgiate en ella, porque no podré hacer nada hasta que llegues allí".
Por eso la ciudad recibió el nombre de Soar, que significa "pequeño poblado".
Cuando el sol comenzó a brillar sobre la tierra, Lot entró en Soar.
Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego que
descendían del cielo.
Así destruyó esas ciudades y toda la extensión de la región baja, junto con los
habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo.
Y como la mujer de Lot miró hacia atrás, quedó convertida en una columna de sal.
A la madrugada del día siguiente, Abraham regresó al lugar donde había estado en
la presencia del Señor.
Cuando dirigió su mirada hacia Sodoma, Gomorra y toda la extensión de la región
baja, vio un humo que subía de la tierra, como el humo de un horno.
Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la región baja, se acordó de Abraham,
librando a Lot de la catástrofe con que arrasó las ciudades donde él había vivido.
Evangelio según San Mateo 8,23-27.
Después Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron.
De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la
barca. Mientras tanto, Jesús dormía.
Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: "¡Sálvanos, Señor, nos
hundimos!".
El les respondió: "¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?". Y levantándose,
increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma.
Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: "¿Quién es este, que hasta
el viento y el mar le obedecen?".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Carta a Diogneto (v. 200)
§7 ; PG 2, 1174-1175
«¿Quién es este, al que el viento y el mar le obedecen?»
Porque no fue una invención terrenal, como dije, lo que les fue encomendado,
ni se preocupan de guardar tan cuidadosamente ningún sistema de opinión mortal,
ni se les ha confiado la dispensación de misterios humanos. Sino que,
verdaderamente, el Creador Todopoderoso del universo, el Dios invisible mismo de
los cielos plantó entre los hombres la verdad y la santa enseñanza que sobrepasa la
imaginación de los hombres, y la fijó firmemente en sus corazones.
No como alguien podría pensar, enviando, a la humanidad, a un subalterno, o a
un ángel, o un gobernante, o uno de los que dirigen los asuntos de la tierra, o uno
de aquellos a los que están confiadas las dispensaciones del cielo, sino al mismo
Artífice y creador del universo, por quien Él hizo los cielos, y por quien Él retuvo el
mar en sus propios límites, cuyos misterios, ordenanzas, observan todos los
elementos fielmente, de quien, el sol, ha recibido incluso la medida de su curso
diario para guardarlo, a quien la luna obedece cuando Él le manda que brille de
noche, a quien las estrellas obedecen siguiendo el curso de la luna, por el cual
fueron ordenadas todas las cosas y establecidos y puestos en sujeción, los cielos y
las cosas que hay en los cielos, la tierra y las cosas que hay en la tierra, el mar y
las cosas que hay en el mar, fuego, aire, abismo, las cosas que hay en las alturas,
las cosas que hay en lo profundo, las cosas que hay entre los dos. A éste les envió
Dios.
¿Creerás, como supondrá todo hombre, que fue enviado para establecer su
soberanía, para inspirar temor y terror? En modo alguno. Sino en mansedumbre y
humildad fue enviado. Como un rey podría enviar a su hijo que es rey; Él le envió
como enviando a Dios; le envió a Él como, un hombre, a los hombres; le envió
como Salvador, usando persuasión, no fuerza; porque la violencia no es atributo de
Dios. Él le envió como invitándonos, no persiguiéndonos; Él le envió como
amándonos, no juzgándonos. Porque Él enviará en juicio, y ¿quién podrá resistir su
presencia?... ¿No ves, que los echan a las fieras para que nieguen al Señor, y, con
todo, no lo consiguen? ¿No ves que cuanto más los castigan, tanto más abundan?
Estas no son las obras del hombre; son el poder de Dios; son pruebas de su
presencia.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”