Carta del Obispo de Posadas – 14º domingo del año 03.07.2011
LA HUMILDAD Y LA SOBERBIA
El texto del Evangelio de este domingo (Mt. 11,25-30), nos plantea la revelación de Dios a los humildes:
“En esta oportunidad Jesús dijo: “Te alabo, Padre, Seor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas
cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeos” (Mt. 11,25). En el centro de estos
textos se nos presenta una virtud que lamentablemente a quedado en el olvido que es la “humildad” y sin
la cual el hombre está impedido a acceder a otras virtudes claves para crecer como persona y sociedad. Es
importante aclarar la hondura del texto bíblico donde Cristo, el Señor, realiza una plegaria de acción de
gracias por la misión de los setenta y dos discípulos y por la inteligencia concedida a los pequeños. En
realidad la situación de las palabras en Mateo, ponen en contraste a los pequeños, los discípulos, con los
sabios y prudentes, que eran sobre todo los conocedores de la ley, los fariseos y los escribas. Su mensaje
ha sido captado por unos cuantos discípulos procedentes de ambientes como los pescadores o bien los
publicanos rechazados por los israelitas. Pero ello ha sido obra del Padre. El mensaje de Jesús no puede
captarse tanto por vía del entendimiento y sabiduría, sino que se da a conocer por una “Revelacin”.
En realidad la humildad nos permite acceder a la sabiduría de Dios, que se distancia de la sabiduría
humana cuando ésta se fundamenta en la soberbia. San Pablo nos dice: “Es verdad que anunciamos una
sabiduría entre aquellos que son personas espiritualmente maduras, pero no la sabiduría de este mundo,
condenados a la destrucción. Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él
prepar para nuestra gloria...” (1 Cor. 2,6-7).
Lamentablemente este tema del ser pequeos y el valor de “la humildad”, está casi en el olvido y
difícilmente se encuentra algo de esto en los contenidos educativos, es casi inexistente en los mensajes
comunicacionales, y en general es poco practicada por aquellos que tienen distintas formas de poder. Por
la ausencia de la virtud de la humildad muchas veces no llega a ser un verdadero servicio.
En este tiempo me he cuestionado algunos temas especialmente al pensar la formación de los futuros
sacerdotes, tema en el que siempre he estado involucrado, sobre todo en la necesidad de acentuar más la
maduración humana y afectiva, como también la virtud de la humildad, en relación a la conducción. Los
sacerdotes por su rol de pastores de comunidades necesariamente deben ejercer la tarea de conducir. Es
cierto que inmediatamente este tema formativo me lleva a pensar y a preguntar por nuestra dirigencia
social: ¿cuál es la madurez humana, afectiva, y el ejercicio de la virtud de la humildad de aquellos que
tienen diferentes tipos de conducción?
Lamentablemente debemos señalar, con dolor, que nuestros ambientes están cargados de inmadurez
humana y de desequilibrios afectivos.
Cuando, dichos desequilibrios invaden nuestros juicios y decisiones, debemos tener en claro que la gente
se transforma en nuestras víctimas. El hombre o la mujer con estos rasgos de inmadurez y con poder,
siempre terminan en actitudes autoritarias. Es el caso de aquellos que rápidamente eliminan a quienes no
son afines, o que no piensan como ellos, más allá de las capacidades y dones que tengan. Por estos
desrdenes afectivos en general la práctica habitual es la del “ojo por ojo” y “diente por diente”. Si uno
pregunta cual es su religión, responderán rápidamente que son cristianos, pero el perdonar “setenta veces
siete” y la reconciliacin, brillan por su ausencia. Desde ya que estos desequilibrios serán ámbitos
propicios para que anide el peor de los pecados que es la soberbia, exactamente opuesta a “la humildad”,
que nos propone el Señor en sus enseñanzas. La humildad es una virtud que todos los cristianos, sobre
todo los obispos, sacerdotes, políticos, empresarios, sindicalistas, comunicadores sociales… deberemos
tener en cuenta para ser verdaderamente servidores.
Finalmente quiero invitarlos a que el próximo 9 de julio recemos por nuestra Patria. En la Catedral de
Posadas celebraremos la Misa a las 20 hs. por nuestra Patrona de la Diócesis, nuestra Madre de Itatí y el
solemne Te Deum.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez