Cristo da sentido y valor al dolor
04/07/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se
postró ante Él y le dijo: «Señor, mi hija acaba de morir; pero ven Tú a imponerle
las manos y volverá a vivir».
Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos. Entonces, una mujer
que padecía flujo de sangre desde hacia doce años, se le acercó por detrás y le tocó
la orilla del manto, pues pensaba: «Con sólo tocar su manto, me curaré». Jesús,
volviéndose, la miró y le dijo: «Hija, ten confianza; tu fe te ha curado». Y en aquel
mismo instante quedó curada la mujer.
Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús a los flautistas, y el
tumulto de la gente y les dijo: «Retírense de aquí. La niña no está muerta; está
dormida». Y todos se burlaron de Él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró
Jesús, tomó a la niña de la mano y ésta se levantó. La noticia se difundió por toda
aquella región. Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor Jesús, me postró ante Ti como el jefe de la sinagoga, quiero tocarte como lo
hizo la hemorroisa para que descubra, en esta meditación, todo lo que me puede
apartar de tu amor. Petición
Padre mío, toma mi mano, quiero seguirte, conduce esta oración.
Meditación
«La experiencia de la curación de los enfermos ha ocupado buena parte de la
misión pública de Cristo y nos invita una vez más a reflexionar sobre el sentido y el
valor de la enfermedad en toda situación en que pueda encontrarse el ser humano.
[…] A pesar de que la enfermedad forme parte de la existencia humana, nunca
conseguimos habituarnos a ella, no sólo porque a veces llegue a ser pesada y
grave, sino esencialmente porque estamos hechos para la vida, para la vida
completa. Justamente nuestro “instinto interior” nos hace pensar en Dios como
plenitud de vida, es más, como Vida eterna y perfecta»
«Ante la presencia de sufrimientos atroces, nos sentimos desarmados y no
encontramos las palabras adecuadas. Ante un hermano o hermana sumido en el
misterio de la Cruz, el silencio respetuoso y compasivo, nuestra presencia apoyada
por la oración, una mirada, una sonrisa, pueden valer más que tantos
razonamientos» (Benedicto XVI, 8 de febrero del 2009 y 20 de marzo del 2009)
Reflexión apostólica
«Contemplen con frecuencia el ejemplo de Cristo en su entrega delicada y amorosa
a los enfermos, a quienes dedicó gran parte de su tiempo, palabras y acciones. En
el desempeño de sus funciones consideren a los enfermos como miembros dolientes
del Cuerpo Místico de Cristo, necesitados de alivio y de consuelo, y trátenlos
siempre con la atención, el respeto y la bondad que requieren. Tomen conciencia de
que, por la situación privilegiada en que se encuentran, su labor puede ir más allá
de la curación del cuerpo y puede abrir a los enfermos a los valores del espíritu y
del Evangelio» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 303).
Propósito
Visitar a un familiar enfermo o buscar apoyar la pastoral de los enfermos en de mi
parroquia.
Diálogo con Cristo
La desconfianza, sobre todo en los momentos de la enfermedad, nos domina con
mucha facilidad. Qué hermoso consuelo fue contemplar la fe de los personajes de
tu Evangelio. Yo también creo en tu Divina Providencia y quiero manifestar, sin
ningún temor, mi fe en Ti para dejarte obrar en mi vida grandes milagros.
«Jesús es todo tuyo, puedes disponer de Él en la vida y en la muerte, en los
momentos de alegría y de tristeza, en los momentos de salud y de enfermedad,
cuando estés acompañado y cuando estés solo, ahí está Jesús contigo, no a tu
lado: en medio de tu corazón»
( Cristo al centro, n. 540).