EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Lunes de la XIV Semana del Tiempo Ordinario
Libro de Génesis 28,10-22a.
Jacob partió de Berseba y se dirigió hacia Jarán.
De pronto llegó a un lugar, y se detuvo en él para pasar la noche, porque ya se
había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso como almohada y
se acostó allí.
Entonces tuvo un sueño: vio una escalinata que estaba apoyada sobre la tierra, y
cuyo extremo superior tocaba el cielo. Por ella subían y bajaban ángeles de Dios.
Y el Señor, de pie junto a él, le decía: «Yo soy el señor, el Dios de Abraham, tu
padre, y el Dios de Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra donde estás
acostado.
Tu descendencia será numerosa como el polvo de la tierra; te extenderás hacia el
este y el oeste, el norte y el sur; y por ti y tu descendencia, se bendecirán todas las
familias de la tierra.
Yo estoy contigo: te protegeré dondequiera que vayas, y te haré volver a esta
tierra. No te abandonaré hasta haber cumplido todo lo que te prometo».
Jacob se despertó de su sueño y exclamó" "¡Verdaderamente el Señor está en este
lugar, y yo no lo sabía!".
Y lleno de temor, añadió: "¡Qué temible es este lugar! Es nada menos que la casa
de Dios y la puerta del cielo".
A la madrugada del día siguiente, Jacob tomó la piedra que le había servido de
almohada, la erigió como piedra conmemorativa, y derramó aceite sobre ella.
Y a ese lugar, que antes se llamaba luz, lo llamó Betel, que significa "Casa de
Dios".
Luego Jacob hizo este voto: "Si Dios me acompaña y me protege durante el viaje
que estoy realizando, si me da pan para comer y ropa para vestirme,
y si puedo regresar sano y salvo a la casa de mi padre, el Señor será mi Dios.
Y esta piedra conmemorativa que acabo de erigir, será la casa de Dios. Además, le
pagaré el diezmo de todo lo que me dé".
Salmo 91(90),1-2.3-4.14-15ab.
Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: "Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío".
El te librará de la red del cazador y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas, y hallarás un refugio bajo sus alas.
"El se entregó a mí, por eso, yo lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
me invocará, y yo le responderé. Estaré con él en el peligro, lo defenderé y lo
glorificaré;
Evangelio según San Mateo 9,18-26.
Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y,
postrándose ante él, le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle
tu mano y vivirá".
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde
hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto,
pensando: "Con sólo tocar su manto, quedaré curada".
Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: "Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado". Y
desde ese instante la mujer quedó curada.
Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente
que gritaba, y dijo:
"Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme". Y se reían de él.
Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó.
Y esta noticia se divulgó por aquella región.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Hilario (v. 315-367), obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de san Mateo, 9, 5-8
«La niña no está muerta, está dormida»
El jefe [de la sinagoga] puede interpretarse como representante de la Ley de
Moisés, que, ruega en provecho de la multitud que ella había alimentado para
Cristo, anunciándole la espera de su llegada; pide al Señor devuelva la vida a una
muerta... El Señor le prometió su ayuda y para garantizársela, le acompaña.
En primer lugar, la multitud de paganos pecadores se salva con los apóstoles.
El don de la vida equivalía, en primer lugar a la elección predestinada por la ley,
pero previamente, en la imagen de la mujer, la salvación ha visitado los publicanos
y a los pecadores. Por eso, esta mujer confía en que acercándose cuando pase el
Señor, será curada de su flujo de sangre al tocarle el vestido...
Ella se ha adelantado en la fe a tocar el borde del vestido, es decir a alcanzar
en compañía de los apóstoles el don del Espíritu Santo que sale del cuerpo de Cristo
a través del vestido. En un instante está curada. Así, la salud destinada a una se
hizo también a otra, a los que el Señor ha elogiado la fe y la perseverancia, porque
lo que estaba preparado para Israel fue acogido por todos los pueblos...
La fuerza sanadora del Señor, contenida en su cuerpo, llegaba hasta el borde
de sus vestidos. En efecto, Dios no era divisible ni perceptible para ser encerrado
en un cuerpo; reparte sus dones en el Espíritu, pero no se divide en sus dones. Su
fuerza se percibe por la fe en todas partes, porque es para todos y no está ausente
ninguna parte. El cuerpo que ha tomado no le ha disminuido su fuerza, pero su
potencia tomó la fragilidad de un cuerpo para el rescatarlo...
El Señor entra posteriormente en la casa del jefe, es decir, en la sinagoga...,
y muchos se burlan de él. En efecto no han creído en un Dios hecho hombre; se
han reído al escuchar predicar la resurrección de entre los muertos. Tomando la
mano de la niña, el Señor ha devuelto a la vida a aquella cuya muerte no era ante
Él más que un sueño.
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