REPAROS A SER SEMBRADOS
DOMINGO 15º PER ANNUM
13 de Julio de 2.008
Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador:
Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo
sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en
seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una
dificultad o persecución por la palabra, sucumbe.
Lo sembrado en zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la
vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en
tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese dará fruto y
producirá ciento o sesenta o treinta por uno. Mateo 13, 1-9
En la actualidad se vende mal, y con razón, todo lo que suena a indoctrinación. El
hombre moderno rechaza visceralmente toda ingerencia, y en principio se parapeta
contra todo asomo de manipulación. Incluso lo que es noble proposición y
respetuosa sugerencia suele con frecuencia ser tachado de violación de conciencia,
y considerado como un intento de “comedura de coco”. Es como si se hubiera
generalizado entre nosotros una desmedida codicia de la propia identidad al estilo
de lo que ocurre en el adolescente que califica, a priori y de un modo discriminado,
de bancaria y dirigista toda educación.
Y en gran parte, bienvenido todo ese afán de ser uno mismo, y todo ese deseo de
llevar cada uno las riendas de la propia personalidad. De ahí también la necesidad,
por muy pocos satisfecha, de denunciar a todos los inseminadores anónimos que,
con capa de defensores de la libertad y creatividad, ejercen sobre nuestro ingenuo
y celoso hombrecito moderno verdaderos estragos de inadvertida manipulación
masificadora.
Visto lo anterior ¿se tendrían que apuntar al paro el sembrador de la Palabra, el
consejero, el catequista, el educador, el profeta, el animador, el misionero..., dado
que son mayoría los oídos que de entrada no quieren escucharlos? ¿O tendremos
que preguntarnos, a la hora de nuestras siembras respectivas si no estamos dando
gato por liebre, palabras nuestras en vez de la Palabra, razón por la cual no
encontramos oídos y terrenos predispuestos a la escucha ?
¿No podría también ocurrir que son demasiadas las siembras, demasiados los
conceptos, demasiados los mensajes incluido el presente; y es por esto que
nuestros destinatarios están hasta la coronilla de tanta palabrería, carente con
frecuencia de credibilidad y peso testimonial?
¿O quizá, a la hora de sembrar, arrancamos del falso presupuesto de que no está
ya sembrado el Espíritu de Dios en el terreno de cada hombre, y el rechazo
entonces equivale a reclamar todo el potencial de gracia que existe en cada
persona?
Por supuesto y cambiando de tercio, no hay que excluir una posible cerrazón del
hombre autosuficiente a toda invitación, a toda insinuación de ayuda, cerrazón que
hace imposible el amor y la entrega de los mejores dones provenientes del
exterior...
Lo que sí nos preocupa a todos es que de doctrinos pasemos a díscolos, perdiendo
la posibilidad de ser sembradores y terrenos recíprocos los unos de los otros.
Juan Sánchez Trujillo