Padre Jorge Loring S.I
Quinto Domingo del Tiempo Ordinario - A
Mt 5:13-16
1.- En el Evangelio de hoy Cristo nos dice que seamos luz del mundo.
2.- El muno está muy mal. Ejemplos recientes de terrorismo, crímenes, etc.
3.- Tenemos que procurar cambiarlo, iluminándolo con la luz del Evangelio.
4.- No todos podemos ser potentes focos como los de un estadio de fútbol.
5.- Pero podemos ser una lucecita, que unida a la de otros iluminar.
6.- En un gran estadio deportivo se celebraba un acto religioso. Se pidió a los
asistentes que fueran con un mechero. En un momento dado se apagaron las luces.
Y el predicador dijo: «que cada uno encienda su mechero». El estadio se ilumionó.
7.- Nuestra luz es la de Cristo. Nosotros no somos nada, pero trasmitimos la luz de
Cristo. Somos como las vidrieras de una catedral. Con el Sol iluminan y embellecen
la catedral. Pero sin sol, no sirven para nada.
8.- Por eso debemos ser humildes. Toda nuestra luz viene de Cristo. Iluminamos
cuando proyectamos la luz de Cristo. Pero si somos un muro de piedra la luz no
pasa.
9.- Iluminamos con nuestras buenas obras. Pero sin vanidad.
10.- El demonio puede tentarnos de que lo hacemos por vanidad, para que nos
vean, para que nos estimen, para ser famosos.
11.- Lo que él quiere es que por miedo a la vanidad no hagamos el bien.
12.- Pues debemos tragarnos la humillación de que otros piensen que obramos por
vanidad. Pero no dejar de hacder el bien, que es lo que quiere el demonio.
13.- Ante esta tentación del demonio, San Bernardo le contestó: «Ni por ti lo
empecé, ni por ti lo voy a dejar».
14.- Hagamos el bien «para que el mundo vea nuestras buenas obras» como nos
pide hoy Cristo en este Evangelio. Pero con humildad, porque no somos nadie.
Como la vidriera de noche, que no se ve. Pero procuremos iluminar el mundo y
embellecerlo con la luz de Cristo, como la vidriera con la luz del sol.