El peligro más grave
08/07/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Mateo 10, 16-23
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «Yo los envío como ovejas entre lobos.
Sean, pues, precavidos como las serpientes y sencillos como las palomas.
Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las
sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán
testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se
preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque en ese momento
se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el
Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se
levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi
causa, pero el que persevere hasta el fin, se salvará.
Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Yo les aseguro que no alcanzarán
a recorrer todas las ciudades de Israel, antes de que venga el Hijo del hombre».
Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor Jesús, el estilo de vida que me presentas no es fácil. Necesito valor,
sencillez, docilidad y, sobre todo, el tener una gran confianza en Ti, por lo que te
pido que aumentes mi fe e ilumines mi oración.
Petición
Señor y Padre mío, haz que no sólo acepte sino que viva en plenitud el estilo de
vida que me propones en tu Evangelio.
Meditación
«En efecto, si pensamos en los dos mil años de historia de la Iglesia, podemos
observar que como había anunciado el Señor Jesús (cf. Mt 10, 16-33) a los
cristianos jamás han faltado las pruebas, que en algunos períodos y lugares han
asumido el carácter de verdaderas persecuciones. Con todo, las persecuciones, a
pesar de los sufrimientos que provocan, no constituyen el peligro más grave para la
Iglesia. El daño mayor, de hecho, lo sufre por lo que contamina la fe y la vida
cristiana de sus miembros y de sus comunidades, corrompiendo la integridad del
Cuerpo místico, debilitando su capacidad de profecía y de testimonio, empañando la
belleza de su rostro. El epistolario paulino atestigua ya esta realidad. La Primera
Carta a los Corintios, por ejemplo, responde precisamente a algunos problemas de
divisiones, de incoherencias, de infidelidades al Evangelio que amenazan
seriamente a la Iglesia, [] los peligros de los últimos tiempos, identificándolos
con actitudes negativas que pertenecen al mundo y que pueden contagiar a la
comunidad cristiana: egoísmo, vanidad, orgullo, apego al dinero, etc. La conclusión
del Apóstol es tranquilizadora: los hombres que obran el mal escribe “no
llegarán muy lejos, porque su necedad será manifiesta a todos”. Así pues, hay una
garantía de libertad, asegurada por Dios a la Iglesia, libertad tanto de los lazos
materiales que tratan de impedir o coartar su misión, como de los males
espirituales y morales, que pueden corromper su autenticidad y su credibilidad»
(Benedicto XVI, 29 de junio de 2010).
Reflexión apostólica
«El apostolado del miembro del Regnum Christi no se agota en el campo personal y
familiar, sino que puede buscar, además, cauces institucionales para participar de
manera más efectiva en la misión de la Iglesia. Un primer cauce, en este sentido,
consiste en apoyar y colaborar en la acción evangelizadora de la propia Iglesia
particular, aportando tiempo, talento, formación, iniciativa. Esta colaboración se
realiza también participando de manera activa y entusiasta en las actividades
apostólicas de la comunidad diocesana y parroquial» (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n. 379).
Propósito
Hacer un balance de mi testimonio de vida: ¿es auténtico y creíble para edificar la
Iglesia?
Diálogo con Cristo
Jesús, Dios y Señor de mi vida, no permitas que me olvide que siempre cuento con
tu gracia para vivir auténticamente el estilo de vida que me propones.
«¿Quieres ser feliz? Sé fiel. ¿Quieres sentir la plenitud de una vida llena de sentido?
Sé auténtico. ¿Quieres gozar de la paz más bella, aun en medio de todas las
dificultades y tentaciones? Sé generoso. Así lo ha querido Cristo»
( Cristo al centro, n. 2162).