COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones radiales de Monseñor Rubén Oscar Frassia
Domingo 10 de julio de 2011 – 15º durante el año
Evangelio según San Mateo 13, 1-23 (ciclo A)
Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a
él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en
la costa. Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía:
"El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y
los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y
brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; Pero cuando salió el sol, se quemaron y,
por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras
cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos,
que oiga!".
Los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?". El les
respondió:
"A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le
quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen
y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que
oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán, porque el corazón de este pueblo se
ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus
oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.’ Felices, en
cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos
profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo
oyeron.
Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador: cuando alguien oye la Palabra
del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su
corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino.
El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra , la acepta en
seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una
tribulación o una persecución a causa de la Palabra , inmediatamente sucumbe.
El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra , pero las
preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.
Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este
produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno".
“Que la palabra de Dios entre en nuestra vida”
Estamos ante el tema de la Palabra , la semilla que Dios nos siembra, nos pone a todos, y que
tiene distintas respuestas. Y esas respuestas no se refieren a las condiciones climáticas, o de la
tierra, sino fundamentalmente a una disposición del corazón y de la voluntad.
Esto es claro para todos nosotros ya que, muchas veces, escuchamos la Palabra pero no tenemos
constancia; la oímos pero no la escuchamos o no la aplicamos en nuestra vida. Otras veces nos
da alegría pero después viene alguna tentación, algún problema, alguna tribulación, y en seguida
“nos venimos abajo.”
Sin embargo, aquí tenemos algo como para reaccionar: la Palabra de Dios hay que leerla,
escucharla, interesarse por ella, desarrollarla y cultivarla. El desarrollo y el cultivo es nuestra
respuesta. La iniciativa es de Dios que nos da su Palabra y nuestra respuesta debe ser madura,
constante, consistente y, a la vez, verdadera, equilibrada.
Pidamos al Señor, con esta fuerza que nos da a través de su Palabra, que esa Palabra entre en
nuestra vida; que germine y produzca frutos en nuestro corazón; y que estos frutos podamos
testimoniarlo a los demás.
¡No seamos superficiales! ¡Seamos profundos! ¡No seamos inconstantes! ¡Tengamos
perseverancia! ¡Tengamos seriedad ante las cosas de Dios y frente a la Palabra ! A veces
gastamos una vida atendiendo otras cosas y desperdiciamos, o no apreciamos, las cosas de Dios a
través de su Palabra
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén