Afrontar y superar nuestros miedos
09/07/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Mateo 10, 24-33
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «El discípulo no es más que el
maestro, ni el criado más que su señor. Si al Señor de la casa lo han llamado
Satanás, ¡qué no dirán de sus servidores!
No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay
nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno
día, y lo que les diga al oído, pregónenlo desde las azoteas.
No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman,
más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajaritos por una moneda? Sin embargo, ni uno
solo de ellos cae por tierra si no le permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los
cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque
ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de los hombres, Yo también lo reconoceré ante mi
Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, Yo
también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Dios mío, te reconozco como mi creador y único dueño de mi vida. Humildemente
te pido ilumines este momento de oración.
Petición
Que ni el temor ni las conveniencias sociales me aparten de Ti, Padre y Señor mío.
Meditación
«En el evangelio de este domingo encontramos dos invitaciones de Jesús: por una
parte, "no temáis a los hombres", y por otra "temed" a Dios (cf. Mt 10, 26. 28). Así,
nos sentimos estimulados a reflexionar sobre la diferencia que existe entre los
miedos humanos y el temor de Dios. El miedo es una dimensión natural de la vida.
Desde la infancia se experimentan formas de miedo que luego se revelan
imaginarias y desaparecen; sucesivamente emergen otras, que tienen fundamentos
precisos en la realidad: estas se deben afrontar y superar con esfuerzo humano y
con confianza en Dios. Pero también hay, sobre todo hoy, una forma de miedo más
profunda, de tipo existencial, que a veces se transforma en angustia: nace de un
sentido de vacío, asociado a cierta cultura impregnada de un nihilismo teórico y
práctico generalizado» (Benedicto XVI, 22 de junio de 2008).
Reflexión apostólica
«Uno de los primeros requisitos para hacer oración es el recogimiento, que es la
capacidad del espíritu para entrar en sí mismo, crear un ambiente de silencio y
liberarse del torbellino de ideas, sensaciones y estímulos externos que en ocasiones
envuelve la propia vida. El recogimiento es necesario para descubrir y cultivar la
presencia de Dios en cada momento de la vida y renovar el sentido profundo de las
actividades y de los acontecimientos» (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n. 223).
Propósito
Renovar mi fe en el amor de mi Padre Dios en los momentos de miedo y dificultad.
Diálogo con Cristo
Gracias Señor por crearme para la verdad y el amor. No hay nada que temer, todo
lo tengo en Ti, Señor, pero Tú mejor que nadie conoces mi debilidad y mi fragilidad
ante las tentaciones. No permitas que me aleje ni me haga sordo a tu llamado.
«No le tengas miedo a Dios, porque Él jamás se deja ganar en generosidad. Deja
que Dios hable a tu corazón y te descubra qué es lo que Él quiere de ti»
( Cristo al centro, n. 2229).