EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la XV Semana del Tiempo Ordinario
Libro del Exodo 3,1-6.9-12.
Moisés, que apacentaba las ovejas de su suegro Jetró, el sacerdote de Madián, llevó
una vez el rebaño más allá del desierto y llegó a la montaña de Dios, al Horeb.
Allí se le apareció el Angel del Señor en una llama de fuego, que salía de en medio
de la zarza. Al ver que la zarza ardía sin consumirse,
Moisés pensó: "Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la
zarza no se consume?".
Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la
zarza, diciendo: "¡Moisés, Moisés!". "Aquí estoy", respondió el.
Entonces Dios le dijo: "No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el
suelo que estás pisando es una tierra santa".
Luego siguió diciendo: "Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de
Isaac y el Dios de Jacob". Moisés se cubrió el rostro porque tuvo miedo de ver a
Dios.
El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto cómo son oprimidos por los
egipcios.
Ahora ve, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los
israelitas".
Pero Moisés dijo a Dios: "¿Quién soy yo para presentarme ante el Faraón y hacer
salir de Egipto a los israelitas?".
"Yo estaré contigo, le dijo Dios, y esta es la señal de que soy yo el que te envía:
después que hagas salir de Egipto al pueblo, ustedes darán culto a Dios en esta
montaña".
Salmo 103(102),1-2.3-4.6-7.
De David. Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo
Nombre;
bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios.
El perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura;
El Señor hace obras de justicia y otorga el derecho a los oprimidos;
él mostró sus caminos a Moisés y sus proezas al pueblo de Israel.
Evangelio según San Mateo 11,25-27.
En esa oportunidad, Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por
haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los
pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como
nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Vicente de Paul (1581-1660), sacerdote, fundador de comunidades religiosas
Conversaciones
«Aquello que has escondido a los sabios y entendidos, lo has revelado a los
más pequeños»
Si supierais, mis hijas, lo que le place a Dios el ver que una pobre hija de
aldea, una pobre [religiosa] Hija de la Caridad, se dirige con amor a Él, ¡Oh! Iríais
con más confianza de la que yo os puedo aconsejar. ¡Si supierais cuánta ciencia
podéis adquirir, cuánto amor y dulzura podéis encontrar! Lo encontrareis todo,
queridas hijas, ya que es la fuente y el manantial de todas las ciencias, [de
cualquier conocimiento].
¿Dónde habéis visto que personas sin letras hablen bien de Dios y expliquen
los misterios con más de inteligencia con que lo haría un doctor? Un doctor no tiene
más doctrina para hablar de Dios que la ciencia que ha aprendido; pero una
persona de oración habla de otra manera. Y la diferencia entre los dos, hijas mías,
consiste en que uno habla por simple ciencia adquirida, y otro por una ciencia
infusa, plena de amor, de modo que el doctor, en este punto, no es el más sabio. Y
es necesario que se calle dónde hay una persona de oración, ya que esta habla de
Dios de una manera que él no puede hacer.
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