Una invitación que no conviene rechazar
14/07/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo: «Vengan a mí, todos los que están fatigados y
agobiados por la carga, y Yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan
de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi
yugo es suave y mi carga, ligera». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Gracias Jesús por estar siempre dispuesto a escuchar mi oración, donde tengo la
seguridad de poder encontrar paz y consuelo.
Petición
Aumenta mi fe cuando las cosas no salen cómo yo quisiera.
Meditación
«Quien lee atentamente el texto descubre que las Bienaventuranzas son como una
velada biografía interior de Jesús, como un retrato de su figura. Él, que no tiene
donde reclinar la cabeza (cf. Mt 8, 20), es el auténtico pobre; El, que puede decir
de sí mismo: Venid a mí, porque soy sencillo y humilde de corazón (cf. Mt 11, 29),
es el realmente humilde; Él es verdaderamente puro de corazón y por eso
contempla a Dios sin cesar. Es constructor de paz, es aquel que sufre por amor de
Dios: en las Bienaventuranzas se manifiesta el misterio de Cristo mismo, y nos
llaman a entrar en comunión con El. Pero precisamente por su oculto carácter
cristológico las Bienaventuranzas son señales que indican el camino también a la
Iglesia, que debe reconocer en ellas su modelo; orientaciones para el seguimiento
que afectan a cada fiel, si bien de modo diferente, según las diversas vocaciones»
(Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, p. 36).
Reflexión apostólica
«La oración es un diálogo amoroso con Dios, de corazón a corazón. Es un momento
privilegiado de la relación personal con Él. En este diálogo de amor, Dios toma la
iniciativa saliendo al encuentro del alma, poniéndose a su disposición en actitud de
escucha, de perdón, de acogida y de don. En sus diversas expresiones –litúrgica o
devocional, vocal o mental, personal o comunitaria– la oración es un espacio
privilegiado para la unión con Dios, para experimentar su amor» (Manual del
miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 106).
Propósito
En la adoración eucarística, dar gracias a Dios por darme del don de la oración.
Diálogo con Cristo
Qué gran paz y consuelo el saberte tan cerca y tan interesado en mí; todo un Dios,
creador y dueño del inmenso universo se queda en la Eucaristía para que yo pueda,
no sólo venir a contemplarle, sino que pueda recibirle en mi interior. ¡Gracias Señor
y Dios mío! No soy digno, pero tu amor me alienta y me acompaña.
«La carga de Cristo es ligera y su yugo suave, dulce; con la dulzura con que carga
una madre a su hijo en los brazos, o una flor se recuesta a la caricia de la brisa»
( Cristo al centro, n. 597).