II Domingo Navidad - B
Evangelio de la Misa: Jn 1,1-18 Jesús en la historia
En este domingo, que puede caer algunos años entre la octava de
Navidad, fiesta de Santa María Madre de Dios y la fiesta de la Epifanía, la Iglesia
invita a los cristianos, una vez más, a meditar y hacer oración sobre el prólogo
del evangelio de San Juan. No es fácil agotar su profundidad y riqueza doctrinal,
así como su dimensión práctica, pastoral y ascética.
“La palabra de Dios se hizo carne y acampó entre nosotros” es todo un
tratado teológico sobre Jesucristo y su misión redentora. Y también una piedra
miliar para asentar y construir el edificio de nuestra vida espiritual.
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Señor, que te nos muestras tan cercano y asequible en Belén,
y te presentas como el mejor maestro, el inmejorable testigo,
y el ejemplar modelo de vida y santidad, de verdad y de justicia,
en tu peregrinaje histórico por las tierras de Palestina .
Gracias por tus enseñanzas, tus palabras y tu ejemplo.
Que cada día te conozca mejor, te ame más y me entregue con más valentía
y generosidad, a seguir el camino de la santidad y del apostolado.
Que disfrute, Señor, de tu compañía, y sea siempre un testigo de tu amor,
alegre, optimista, generoso y magnánimo.
Que cuantos me vean feliz y dichoso puedan decir:
este “lee la vida de Cristo”; este tiene el amor de Jesucristo en el corazón.
Gracias, Señor, por tu palabra eterna, creadora de todo lo visible y lo invisible,
y al mismo tiempo encarnada en el seno de la Virgen María.
Gracias, Señor, por tu palabra hecha carne,
convertida en presencia histórica, y por tanto en fuente de vida,
que ilumina y transforma el corazón de todos los hombres,
que te reciben con fe y humildad, y te siguen con alegría y fidelidad.
¡Qué fácil es percibir esto leyendo con humildad y sinceridad tu Evangelio.
Algunos no quieren reconocer esta verdad que nos ofreces, o no son capaces de
percibirla, por su cerrazón y soberbia, o por su superficialidad y egoísmo.
Para todos suplico la humildad intelectual y la sencillez del corazón,
para que sean iluminados por tu Palabra, hecha carne en el seno de Maria,
realizada históricamente en Palestina, hace mas de veinte siglos,
y resplandeciente en tu Iglesia, en la Sagrada Escritura y en los sacramentos.
Quita, Señor, la ceguera del corazón y la soberbia de nuestra inteligencia,
para ser iluminados con tu Palabra y vivificados con tu Vida divina.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez