XVII Domingo del Tiempo Ordinario A
Pautas para la homilias
"Te doy un corazón sabio e inteligente"
“Te doy un corazón sabio e inteligente”
El libro de los Reyes nos habla del joven Salomón que acaba de acceder al trono.
Esta situación le hace sentirse inseguro y dubitativo. No es difícil imaginar que
pronto debió caer en la cuenta de la gran responsabilidad que le sobrevenía. Tenía
ante él un pueblo que esperaba grandes decisiones de su gobierno.
Por el momento, no tenemos noticia de que a ningún miembro de la Familia
Dominicana se le haya pedido que acceda a trono real alguno, o al menos, la noticia
no ha sido publicada ni en esta página web de los dominicos ni en el IDI. Pero sí
sabemos con seguridad que cada uno/a de nosotros tiene su parcela de poder,
tanto en el ámbito público con en el privado. Así que nos es fácil comprender los
sentimientos de incertidumbre que asaltan a Salomón. Todos desarrollamos alguna
clase de poder, principalmente, a través de las relaciones que establecemos en
nuestro día a día. Para ello, necesitamos “gobierno”, es decir, claves que nos
ayuden a saber decidir y actuar correctamente. Ahí reside la mayor dificultad pues,
eso del acierto, de lo pertinente, de lo que debe ser, es a veces una carga pesada
de la que no nos es posible escapar ni salir corriendo por la puerta de atrás.
Sin embargo, si nos situamos en un ángulo diferente de lectura, los textos
muestran otras claves que pueden ser para nosotros/as liberadoras. Salomón no
pide éxito en su toma de decisiones sino saber discernir. No señala que quiera
acierto o tener siempre la razón de su lado, sino docilidad de corazón. Quizá por
eso Dios se alegró tanto de escuchar su petición. Salomón no se sitúa desde una
actitud paternalista de superioridad ante los demás, al contrario, se siente en medio
de ellos. Esta actitud implica una gran apertura por nuestra parte, exige que nos
entendamos como personas relacionales. Hace que tengamos en cuenta cómo nos
situamos junto a los demás, lo cual, exige no estar permanentemente “por encima”
ni tampoco “por debajo”. Esta posicin vital provoca que nos entendamos
expuestos/as a los otros/as y por lo tanto, vulnerables.
Pero, no se preocupen, esta nueva forma de situarnos no nos convierte,
automáticamente en seres débiles. Por el contrario, permite que caigamos en la
cuenta de que contamos con otros elementos a nuestra disposición que no siempre
tenemos presentes. Uno de ellos es, por ejemplo, nuestra juventud, como le
sucedió a Salomón –no me refiero a la edad sino al modo de afrontar nuestras
certezas vitales–. Esta juventud puede ser impulsora de nuestra vida y hacer que
nos atrevamos a soñar. Así, gracias a nuestras ganas de ir más allá, de conocer
más a fondo las cosas y las situaciones puede que éstas presenten ante nosotros un
valor diferente. Al soñarlas se hacen, sencillamente, más plenas. Pues la
imaginación junto a la esperanza tienen el poder de atraer lo real. Imaginando es
como podemos, en un primer momento, hacer visibles nuestros deseos. Por eso,
parece que el sueo se convierte en un “espacio posible”, también para las
relaciones entre los seres humanos y Dios. Sin sueños y deseos o sin ganas de
transformar nuestra realidad no podríamos ser plenamente humanos ni podríamos
descubrirnos como llamados o glorificados.
Tesoros y verdades
La tradición dominicana señala que vamos tras una Veritas que nos ha poseído
primero y que no depende de nosotros/as. Sabemos de una alegría profunda que
puede guiar nuestros sueños, ese es nuestro gran tesoro.
Al encontrar algo que realmente merece la pena (y la alegría) somos capaces de
dejar el resto de las cosas en un segundo plano. Pero me parece que, de nuevo, lo
más importante no es la decisión tomada sino nuestra predisposición anterior para
encontrar ese tesoro. Pues ni los tesoros escondidos ni las perlas valiosas aparecen
sin más ante nosotros. Es necesario educar, transformar y hacer dócil nuestro
interior para descubrir cuáles son las situaciones personales, comunitarias o
eclesiales más apropiadas dónde puede florecer la vida. La clave para saber que
estamos en el espacio y tiempo adecuados será una vez más la alegría.
¡Feliz búsqueda hacia la Sabiduría!
Dña. Montserrat Escribano
CPJA-El Levantazo-Valencia