EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Lunes de la XVI Semana del Tiempo Ordinario A (Año Impar)
Libro del Exodo 14,5-18.
Cuando informaron al rey de Egipto que el pueblo había huido, el Faraón y sus
servidores cambiaron de idea con respecto al pueblo, y exclamaron: "¿Qué hemos
hecho? Dejando partir a Israel, nos veremos privados de sus servicios".
Entonces el Faraón hizo enganchar su carro de guerra y alistó sus tropas.
Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, con tres hombres
en cada uno.
El Señor endureció el corazón del Faraón, el rey de Egipto, y este se lanzó en
persecución de los israelitas, mientras ellos salían triunfalmente.
Los egipcios los persiguieron con los caballos y los carros de guerra del Faraón, los
conductores de los carros y todo su ejército; y los alcanzaron cuando estaban
acampados junto al mar, cerca de Pihajirot, frente a Baal Sefón.
Cuando el Faraón ya estaba cerca, los israelitas levantaron los ojos y, al ver que los
egipcios avanzaban detrás de ellos, se llenaron de pánico e invocaron a gritos al
Señor.
Y dijeron a Moisés: "¿No había tumbas en Egipto para que nos trajeras a morir en
el desierto? ¿Qué favor nos has hecho sacándonos de allí?
Ya te lo decíamos cuando estábamos en Egipto: "¡Déjanos tranquilos! Queremos
servir a los egipcios, porque más vale estar al servicio de ellos que morir en el
desierto".
Moisés respondió al pueblo: "¡No teman! Manténganse firmes, porque hoy mismo
ustedes van a ver lo que hará el Señor para salvarlos. A esos egipcios que están
viendo hoy, nunca más los volverán a ver.
El Señor combatirá por ustedes, sin que ustedes tengan que preocuparse por nada.
Después el Señor dijo a Moisés: "¿Por qué me invocas con esos gritos? Ordena a los
israelitas que reanuden la marcha.
Y tú, con el bastón en alto, extiende tu mano sobre el mar y divídelo en dos, para
que puedan cruzarlo a pie.
Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, y ellos entrarán en el mar detrás de
los israelitas. Así me cubriré de gloria a expensas del Faraón y de su ejército, de
sus carros y de sus guerreros.
Los egipcios sabrán que soy el Señor, cuando yo me cubra de gloria a expensas del
Faraón, de sus carros y de sus guerreros".
Libro del Exodo 15,1-2.3-4.5-6.
Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor: "Cantaré
al Señor, que se ha cubierto de gloria: él hundió en el mar los caballos y los carros.
El Señor es mi fuerza y mi protección, él me salvó. El es mi Dios y yo lo glorifico, es
el Dios de mi padre y yo proclamo su grandeza.
El Señor es un guerrero, su nombre es "Señor".
El arrojó al mar los carros del Faraón y su ejército, lo mejor de sus soldados se
hundió en el Mar Rojo.
El abismo los cubrió, cayeron como una piedra en lo profundo del mar.
Tu mano, Señor, resplandece por su fuerza, tu mano, Señor, aniquila al enemigo.
Evangelio según San Mateo 12,38-42.
Entonces algunos escribas y fariseos le dijeron: "Maestro, queremos que nos hagas
ver un signo".
El les respondió: "Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se
le dará otro que el del profeta Jonás.
Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así
estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la
condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay
alguien que es más que Jonás.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la
condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría
de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Ruperto de Deutz (v. 1075-1130), monje Benedictino
De la Trinidad y sus obras, 42, 4; PL 167, 1130
«Aquí hay uno que es más que Salomón»
El profeta Natán concertado con Betsabé, presentaron juntos su proyecto ante
el anciano, el sabio Rey David que iba a morir (1R 1). Es entonces cuando Salomón
cuyo nombre significa "señor pacífico" recibió la unción real. Después, todo el
pueblo recuperó su situación cotidiana; la multitud estaba contenta y la alegría era
tan grande que los clamores hacían vibrar la tierra, porque el rey había declarado:
"Establezco a Salomón como rey en Israel y el sur de Judea" (v. 35.40). Esta
entronización prefigura sin duda alguna, el misterio del que habla Daniel:
«Comenzó la sesión y se abrieron los libros... vi venir una especie de hijo de
hombre entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su
presencia. A él se le dio poder, honor y reino» (Dn 7,10-14).
Por lo tanto, por la iniciativa de un profeta, Salomón fue nombrado rey, así se
cumplieron las profecías en su sentido espiritual, que Cristo, Hijo de Dios, sería
reconocido Rey pacífico, Rey de la gloria de Padre, atrayéndolo todo hacia Él.
Salomón ha llegado a ser Rey en vida de su padre, como Cristo fue establecido Rey
por Dios, el Padre que no puede morir. Sí, ciertamente, lo hizo Rey, «heredero de
todas las cosas» (He 1,2), el que no muere y ni morirá jamás. Y, lo que es
admirable y único, Cristo, heredero de un Padre siempre vivo y que nunca morirá,
murió, una vez por todas; entró en la vida y no morirá nunca más.
Entonces, Salomón «se sentó en la mula del Rey»(1R 1,38). Mejor dicho,
sobre el trono de su Padre, es decir sobre toda la Iglesia..., «por encima de
principados, potestades, tronos y dominaciones» (Ef 1,21), y Cristo está sentado
ahora «a la derecha de la Majestad en los cielos» (He 1,3). Por ello toda la multitud
sube a su casa, un pueblo que canta y acoge con beneplácito. Y la tierra se
estremece de su clamor. Nosotros también hemos entendido la gran alegría de
quienes proclamaban la gloria, es decir el júbilo de los apóstoles cuando hablaban
en todos los idiomas (Hchos. 2) ya que "por toda la tierra ha resonado su voz" y
"sus palabras han llegado hasta los confines del mundo" (Sal. 18,5).
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