XV Domingo Ordinario - B
Evangelio de la Misa: Mc 6,7-13 Optimismo apostólico
Nos imaginamos fácilmente la escena de este relato evangélico: Jesús
reunido con sus apóstoles, ya dispuestos para salir a evangelizar. De momento
han de preparar y predisponer a las gentes para recibir y escuchar al Maestro.
Así van aprendiendo a hacer lo que sería su vocación en el futuro: ser apóstoles
en todo el mundo.
Es el momento del envío, de recoger el encargo responsablemente para
salir por pueblos y aldeas de Palestina, y de dar la cara por Jesús ante todas las
gentes. Reciben los consejos oportunos sobre su disposición personal, su
generosidad, su entrega a la misión. También les advierte Jesús de las posibles
dificultades y la respuesta ante ellas.
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Quiero, Señor, hacerme presente en esta escena entrañable
del Maestro con sus discípulos. Me admira y atrae el ambiente familiar
y acogedor que Tu creas, la amorosa autoridad que orienta,
propone y exige compromisos apostólicos, con cariño e ilusión;
y a la vez, la confianza y alegría que difundes entre tus amigos fieles
y discípulos leales, en tus apóstoles valientes, generosos y comprometidos.
Eres Tu, quien y abres horizontes de santidad y apostolado;
y son ellos lo que no solo obedecen, sino que asumen tus propuestas
y las hacen suyas como vocación personal, y como compromiso apostólico.
Ayúdame, Señor, a imitar a los apóstoles en mis decisiones y respuestas
a tus propuestas y sugerencias; y a ser dócil y valiente, optimista
y perseverante, en mi apostolado testimonial y profesional, y en mis labores
apostólicas de evangelizador y servidor social y caritativo con todos.
Veo también a tus apóstoles felices y optimistas, pues no cabía la tristeza
y el pesimismo contando con tu palabra, tu amistad y tu ayuda.
De ellos quiero aprender a reafirmarme cada día en mantener tu gracia
y tu amor en mi corazón, y en sentir tu amistad y cariño,
cultivando la vida interior de oración, presencia de Dios y trato eucarístico.
Como los apóstoles, quiero que mi apostolado sea
“una sobreabundancia de mi vida para adentro”.
La historia de la Iglesia, y la vida de todos los santos me hablan
de la necesidad de cultivar mi vida espiritual,
y de que la verdadera eficacia apostólica ha sido consecuencia
de la santidad personal; como también
que los verdaderos reformadores de la Iglesia han sido los santos.
Que nunca olvide esto, Señor, y que todos los cristianos seamos de verdad
apóstoles como consecuencia de la vida interior y de la oración personal,
y en definitiva de la santidad personal de cada uno.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez