FIESTA. Santiago, apóstol, Patrón de España.
SANTIAGO, SAN JAIME…
(Las dos grafías son válidas y hasta San Diego, el algunos casos)
Padre Pedrojosé Ynaraja
No os enfadéis, mis queridos jóvenes lectores, si inicio el mensaje-homilía que os
dedico, aportando nociones de historia y recuerdos personales. Los relatos
posteriores al siglo primero y los monumentos conmemorativos, son mucho más
abundantes que los textos evangélicos que a nuestro protagonista se refieren.
El primer mártir fue un diácono: Esteban. El primer obispo mártir fue el que hoy
celebramos su fiesta. Murió víctima de la arrogancia de un reyezuelo: Herodes
Agripa, el que se atrevió a juzgar y humillar al Jesús prisionero, el que, pese a lo
que se creía ser, no consiguió que el Señor la dirigiese la palabra. Edificador de una
muralla en Jerusalén, (queda siempre bien legar piedras bien puestas, domicilios,
monumentos o paredes fuertes, a quien quiere sea recordado por la posteridad). No
tuvo la categoría de su abuelo el Grande, el de los Inocentes. Mató a Santiago, que
nos lego el testimonio de su Fe y germinó toda una tradición, que nos conduce
hasta el sepulcro de Compostela. Consiguió el asmoneo, eso sí, ser personaje
comparsa en la ópera Salomé y, pese a que fue enterrado en Jerusalén, en un
sepulcro con su correspondiente gran piedra corrediza, es de tal manera ignorado,
que me costó mucho a mí encontrarlo y eso que está en un céntrico parque de la
capital.
Una tradición local, quiere que en Jaffa de Galilea, a algo así como 4 Km. de
Nazaret, fue donde nació. Pocos peregrinos visitan la población. El español se lleva
la sorpresa de que en interior de su iglesia, todo le recuerda a nuestro patrono,
según nuestra iconografía peculiar. Las imágenes son del Apóstol y sus supuestas
andanzas por la Península Si el Señor en la cruz encomendó a Juan, hermano
menor de Santiago, el cuidado y protección de su madre Santa María, dado que era
soltero y jovencito, no es extraño pensar que se trasladarían, Ella y él, a casa del
mayor y vivirían en este rincón, antes de trasladarse a Éfeso. Si esto fuera así, San
Jaime fue protector de la Madre de Dios, título que no he oído nunca que se le
atribuya.
He visitado más de una vez Clavijo, en mi Rioja materna. He entrado en la iglesia y
me he parado en las eras donde se libraría la célebre batalla. Hoy no gusta
mencionar estas cosas, pero no quiero olvidarlas. Por supuesto que he visitado
emocionado el sepulcro de Compostela. Europa no puede entenderse sin los
monasterios y las grandes catedrales góticas. Fueron los nudos concentradores de
su cultura. La savia religiosa, literaria y estética, fluía por las Rutas Jacobeas,
principalmente por el llamado camino francés.
El hombre es peregrino o se degrada. A mí me gusta definirme como beduino
espiritual, de aquí que admire y me conmueva el tesón que ponían aquellas gentes,
por visitar la Tumba del Amigo del Señor. A la del Maestro les era imposible ir, se lo
impedían los ocupantes. Desplazarse a Santiago era un tributo, un acto de pleitesía,
hacía el Hijo de Dios, acercándose a la de su amigo.
Compostela en Galicia y Betania en Palestina, deberían establecer un “jumelage”,
una hermandad entre ellas. Las dos poblaciones gozan el privilegio de ser sedes de
divina amistad. El Amor de Caridad es muy grande, el Matrimonial importantísimo,
el de Amistad es sublime. Hoy este último es muy ignorado y poco vivido. A un
colega, a un compañero o a un socio, fácilmente se le llama amigo, pero es otra
cosa. Ya se sabe: la ignorancia es peligrosamente atrevida y falaz.
Mis queridos jóvenes lectores, os invito a que hoy escuchéis las palabras de Jesús:
a vosotros no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos… (Jn 15,15). No fueron
palabras que las dijese para quedar bien, Él nunca lo hacía. Lo entendió Santiago y
su testimonio fue buena prueba de ello.
Me parece que hay bastante. No os comento los textos litúrgicos, vosotros mismos,
estoy seguro, sabréis sacar provecho sin mi ayuda.
Padre Pedrojosé Ynaraja