Comunión en la voluntad de Dios
19/07/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50
En aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su Madre y sus
parientes se acercaron y trataban de hablar con Él. Alguien le dijo entonces a
Jesús: «Oye, ahí fuera están tu Madre y tus hermanos, y quieren hablar contigo».
Pero Él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quienes son mis
hermanos?». Y señalando con las manos a sus discípulos, dijo: «Éstos son mi
madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está
en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor Jesús, quiero tener un encuentro contigo en esta oración para poder conocer
y cumplir siempre la voluntad de tu Padre.
Petición
Padre mío, aumenta mi fe para que siempre confíe en Ti.
Meditación
«El vehículo de esta universalización es la nueva familia, cuya única condición
previa es la comunión con Jesús, la comunión en la voluntad de Dios. Pues el Yo de
Jesús no es un ego caprichoso que gira en torno a sí mismo. “El que cumple la
voluntad de mi Padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre”: el Yo de
Jesús personifica la comunión de voluntad del Hijo con el Padre. Es un Yo que
escucha y obedece. La comunión con Él es comunión filial con el Padre, es un decir
sí al cuarto mandamiento sobre una nueva base y a un nivel más elevado. Es entrar
en la familia de los que llaman Padre a Dios y pueden decírselo en el nosotros de
quienes con Jesús, y mediante la escucha a Él están unidos a la voluntad del Padre
y se encuentran así en el núcleo de esa obediencia a la que tiende la Torá. []
Resulta decisiva la fundamental comunión de voluntad con Dios, que se nos da por
medio de Jesús. A partir de ella, los hombres y los pueblos son ahora libres de
reconocer lo que, en el ordenamiento político y social, se ajusta a esa comunión de
voluntad, para que ellos mismos den forma a los ordenamientos jurídicos»
(Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, p. 52).
Reflexión apostólica
«Quien ora percibe la necesidad de conformar su mente, su corazón, su voluntad y
su accin con el querer santísimo de Dios, que le ha salido al encuentro: “Seor,
¿qué quieres que haga?” Por eso, la oración, además de la gloria de Dios, tiene
como primer fruto la escucha y la acogida serena, alegre y amorosa de la voluntad
de Dios por parte del hombre. » (Manual del miembro del Movimiento Regnum
Christi , n. 107).
Propósito
Esforzarme por ser siempre responsable, especialmente en el uso de mi tiempo.
Diálogo con Cristo
Gracias, Dios mío, por mostrarme el lugar que debes ocupar en mis relaciones
familiares, profesionales y sociales. Sabes que hay momentos en que me parece
que me exiges más de lo que podría ser capaz de dar, por ello te pido que me
ayudes a perseverar en mi vida de oración, para tener la fortaleza para salir
adelante en los momentos de debilidad.
«La voluntad de Dios debe constituir para nosotros el camino más seguro y más
real de intimidad con Cristo, si hacemos caso a sus palabras: “El que hiciere la
voluntad de mi Padre, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre”
( Cristo al centro, n. 2343).