Jueves 29 de Julio de 2010
Santa Marta
1Juan 4, 7-16
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y
todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a
Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en
que Dios envió al mundo a su Hijo único, parta que vivamos por medio de él. En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a
otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado
de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a
su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios,
Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios
nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor
permanece en Dios, y Dios en él.
Salmo responsorial 33
R/Bendigo al Señor en todo momento
Bendigo al Señor en todo momento, / su alabanza está siempre en mi boca; /
mi alma se gloría en el Señor: / que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, / ensalcemos juntos su nombre. /
Yo consulté al Señor, y me respondió, / me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, / vuestro rostro no se avergonzará. / Si
el afligido invoca al Señor, él lo escucha / y lo salva de sus angustias. R.
El ángel del Señor acampa / en torno a sus fieles y los protege./ Gustad y
ved qué bueno es el Señor, / dichoso el que que se acoge a él. R:
Todos sus santos, temed al Señor, / porque nada les falta a los que le
temen; / los ricos empobrecen y pasan hambre, /los que buscan al Señor no
carecen de nada. R.
Juan 11,19-27
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para
darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús,
salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
"Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé
que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá." Jesús le dijo: "Tu hermano
resucitará." Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día."
Jesús le dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya
muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees
esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el
que tenía que venir al mundo."
COMENTARIOS
El encuentro de Jesús con Marta tiene como sentido profundo el
reconocimiento de Aquél como resurrección y dador de vida. Para acceder a este
reconocimiento se hace necesario creer en Jesús y en la promesa de la
resurrección. El contenido de la confesión de fe de Marta consiste en la declaración
de Jesús como Mesías y que su poder procede de Dios. Aunque Marta expresa la
expectativa de la multitud de manera muy personal, si hubieras estado aquí (v.
21), ella se distingue del falso mesianismo de la multitud que queda maravillada
sólo por las obras “extraordinarias de Jesús”. Ante la afirmación de Jesús de que
Lázaro resucitará (v. 23), la respuesta de ella es una afirmación de fe en la
resurrección escatológica de los muertos.
Al final, la declaración de Jesús como resurrección y vida termina con una
pregunta vigente para los seguidores de Jesús hoy: ¿Creen esto? (v. 26b) La
respuesta de Marta es una profesión de fe: “Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo” (v. 27).
Esta confesión es el mensaje fundamental de todo el encuentro.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de servicios KOINONÍA)