Comentario al evangelio del Martes 26 de Julio del 2011
Queridos amigos:
Hoy se nos cuenta una escena cotidiana de Jesús. “Dejó a la gente y se fue a casa”. Jesús también
descansa. Jesús también toma distancia. Jesús también comparte con los suyos.
Allí, en la casa, sus amigos le piden que les aclare, que no entendieron bien. Y él les explicaría, hasta
que pareciera que entendían... Y comerían, y descansarían, y hablarían de mil cosas, y de cómo iba la
misión, y de sus familias de origen... y de lo que les preocupaba, y de la situación del pueblo, y de...
tantas cosas...
Los cristianos estamos llamados a tener intimidad con Jesús. Como Moisés, que hablaba “cara a cara”
con Dios. Una fe que no se cultiva en la oración es como una amistad que no se ejercita en el
encuentro, en el trato, en la conversación.
En su tiempo, entre las multitudes de Galilea había quien seguía a Jesús a distancia, con encuentros
esporádicos, de tarde en tarde... Pero desde que está Resucitado, accesible en todo tiempo y en todo
lugar, la invitación es a seguirle de cerca, tenerle presente, intimar con él: en la oración breve o larga
de cada día; en la celebración de cada domingo; en la confianza con que se puede vivir la vida...
Tampoco es cuestión de estar todo el día pensando en Jesús... pero sí buscar esos momentos de
intimidad, y vivir todo en la onda de estar en su presencia, procurando abrir los mismos caminos que él
intentó: caminos de Reino.
Luis Manuel Suarez, cmf