Jueves 04 de Agosto de 2011
Jueves 18ª semana de tiempo ordinario 2011
Números 20,1-13
En aquellos días, la comunidad entera de los israelitas llegó al desierto de Sin
el mes primero, y el pueblo se instaló en Cadés. Allí murió María y allí la enterraron.
Faltó agua al pueblo, y se amotinaron contra Moisés y Aarón. El pueblo riñó con
Moisés, diciendo: "¡Ojalá hubiéramos muerto como nuestros hermanos, delante del
Señor! ¿Por qué has traído a la comunidad del Señor a este desierto, para que
muramos en él, nosotros y nuestras bestias? ¿Por qué nos has sacado de Egipto
para traernos a este sitio horrible, que no tiene grano ni higueras ni viñas ni
granados ni agua para beber?"
Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad y se dirigieron a la tienda del
encuentro, y, delante de ella, se echaron rostro en tierra. La gloria del Señor se les
apareció, y el Señor dijo a Moisés: "Coge el bastón, reúne la asamblea, tú con tu
hermano Aarón, y, en presencia de ellos, ordenad a la roca que dé agua. Sacarás
agua de la roca para darles de beber a ellos y a sus bestias." Moisés retiró la vara
de la presencia del Señor, como se lo mandaba; ayudado de Aarón, reunió la
asamblea delante de la roca, y les dijo: "Escuchad, rebeldes: ¿Creéis que podemos
sacaros agua de esta roca?" Moisés alzó la mano y golpeó la roca con el bastón dos
veces, y brotó agua tan abundantemente que bebió toda la gente y sus bestias. El
Señor dijo a Moisés y a Aarón: "Por no haberme creído, por no haber reconocido mi
santidad en presencia de los israelitas, no haréis entrar a esta comunidad en la
tierra que les voy a dar." (Ésta es fuente de Meribá, donde los israelitas disputaron
con el Señor, y él les mostró su santidad.)
Salmo responsorial: 94
R/Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón."
Venid, aclamemos al Señor, / demos vítores a la Roca que nos salva; /
entremos a su presencia dándoles gracias, / aclamándolo con cantos. R.
Entrad, postrémonos por tierra, / bendiciendo al Señor, creador nuestro. /
Porque él es nuestro Dios, / y nosotros su pueblo, / el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz: / "No endurezcáis el corazón como en Meribá, /
como el día de Masá en el desierto; / cuando vuestros padres me pusieron a prueba
/ y me tentaron, aunque habían visto mis obras." R.
Mateo 16,13-23
13 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
-¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
14 Contestaron ellos:
-Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jerernías o uno de los
profetas.
15 E1 les pregunto:
-Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16 Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
-Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
17 Jesús le respondió:
-¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! Porque eso no ha salido de ti, te lo ha
revelado mi Padre del cielo. 18 Ahora te digo yo: Tú eres Piedra, y sobre esa roca
voy a edificar mi comunidad y el poder de la muerte no la derrotará. 19 Te daré las
llaves del reino de Dios; así, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo
que des―ates en la tierra quedará desatado en el cielo.
20 Y prohibió a sus discípulos decir a nadie que él era el Mesías.
21 Desde entonces empezó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir
a Jerusalén, padecer mucho a manos de los senadores, sumos sacerdotes y
letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día.
22 Entonces Pedro lo tomó aparte y empezó a increparlo:
-¡Líbrete Dios, Señor! ¡No te pasará a ti eso!
23 Jesús se volvió y dijo a Pedro:
-¡Vete! ¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres un tropiezo para mí, porque tu
idea no es la de Dios, sino la de los hombres.
COMENTARIOS
El evangelio de Mateo nos conduce de manera progresiva por tres títulos que
nos ayudan a comprender la misión de Jesús.
El primero de ellos, con el que Jesús se identifica plenamente, es el de ‘Hijo
del Hombre’. Se refiere en los escritos apocalípticos del Antiguo Testamento a la
persona que se ha identificado plenamente con la voluntad de Dios.
El segundo título es el de ‘profeta’, en analogía con los antiguos profetas de
Israel. El profeta en la Biblia es ‘un hombre de Dios’ que asume la tarea de
reconducir al pueblo hacia la experiencia original del encuentro con Dios, de
acuerdo con las exigencias de la Alianza.
El tercer título ‘Cristo’, entendido como ungido o Mesías, se refiere a la
persona que realiza una acción salvífica a favor del pueblo de Dios. Esta acción
salvífica podía ser malinterpretada si fuera entendida únicamente desde un punto
de vista que excluye de ella la espiritualidad, como dimensión constitutiva. La
intervención de Pedro es acertada por que reconoce la acción salvífica de Jesús de
Nazaret. Pero la misma intervención sería equivocada si se interpreta únicamente
en un sentido puramente social.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de servicios KOINONÍA)