Gratuidad
¿Qué imagen tenemos de ´nuestro´ Dios? Nos parecemos al Dios que
decimos creer, o aceptar, o adorar. Es obra nuestra. Hemos domesticado a
nuestro dios. Tiene la misma dimensión de nuestro egoísmo, de nuestra
terquedad, de nuestra soledad. Es un dios pequeño y le obligamos a
agradecernos lo que hacemos por él.
Pero ese no es el Dios de la Biblia, ni menos, el Dios de Jesucristo. Las
lecturas de hoy derraman generosidad, abundancia, acogida, equidad. Son
características de la gratuidad del Dios que nos revela el evangelio. Dios no
pide nada. Simplemente, da, se da y lo hace sin fijarse en ningún mérito
nuestro. Lo hace porque ama desprevenidamente, sin exclusiones.
“Vengan, coman todos, también los que no tienen dinero…”. Se cambian los
papeles: No busca en nosotros lo que podemos dar, sino la capacidad de lo
que podemos recibir, así tengan que desaparecer las estrecheces del
corazón y la mentalidad tenga que explotar. “Denles ustedes de comer”,
dice a los apóstoles quebrando el horizonte de su mezquindad.
Pablo se pregunta: “¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?” En clave
de gratuidad, podemos cambiar la pregunta: “¿Quién podrá separarnos del
amor a nuestro prójimo?” Es que el amor de Cristo no separa. Sólo une y
con él podemos superar cualquier contrariedad, todo intento de división, de
separación. “despídelos”, dicen los apóstoles. “Díganles que se sienten”,
dice Jesús. Su amor no despide sino que acoge.
Cochabamba 31.07.11
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com