Sinfonía de la Palabra
El corazón del ser humano es música, fuego, pasión. Es instrumento, es
palabra, es eco. Forma parte de una sinfonía infinita que se llama Dios. Dios
es música y, entender esto, nos hace danzarines, entusiastas, festivos. Los
místicos llaman este secreto misterioso como la “música callada”. Dios que
es Palabra, la pronuncia danzando. Y nos invita a la escucha de su Palabra
en fiesta. También en silencio.
El centro de la liturgia hoy es la Palabra en su dinamismo interior, profundo.
En la primera lectura es Palabra fecunda. Al pronunciarse, crea. Al hacer,
eco, estalla. Al tocar el corazón, revienta en floración. Pero es discreta, tan
simple como el agua, tan copiosa como la lluvia que empapa y hace
germinar en proceso silencioso hasta reventar en fruto maduro.
Pablo nos revela la energía transformadora de la esperanza. Toda la
creación, como en dolores de parto, devela el futuro que no podemos ver
todavía, pero que nos abre a la novedad de Dios. Una esperanza que
“acerca y atrae el futuro de Dios en el presente del mundo”, construyendo
en nosotros una mejor relación con aquello que sucede en nuestro ánimo.
Es esperanza que germina desde dentro.
Y Jesús en el evangelio nos propone la siembra de la Palabra. Es una semilla
que encuentra en nosotros toda clase de terrenos, dificultades, durezas,
indiferencias. No importa el terreno, lo que importa es la semilla. Y la
semilla es la Palabra de Dios y el sembrador es Dios mismo. Nos irá
cambiando hasta hacer crecer en nosotros, como en música callada, el
secreto de su amor.
Cochabamba 10.07.11
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com