XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
«De un tesoro nos podemos apoderar; pero el Reino de Dios se apodera de
nosotros»
I. LA PALABRA DE DIOS
1R 3,5.7-12: «Pediste discernimiento»
Sal 118,57 y 72.76-77.127-128.129-130: «Cuánto amo tu voluntad, Señor»
Rm 8,28-30: «Nos predestinó a ser imagen de su Hijo»
Mt 13,44-52: «Vende todo lo que tienes y compra el campo»
II. APUNTE BÍBLICO-LITÚRGICO
El Reino de Dios es la mayor realidad de esta vida, el bien supremo para el hombre.
El Reino de Dios es la Salvación, la Sabiduría, el Amor de Dios que se nos comunica
por Jesucristo.
El Reino de Dios se nos da gratuitamente; el hombre se «lo encuentra», después
«va a vender todo lo que tiene». El Reino de Dios necesita un esfuerzo positivo y un
ejercicio constante de la libertad personal para seguir a Jesucristo en el día a día de
nuestra vida.
La liturgia confirma la enseñanza primera de la parábola con la narración del gesto
de Salomón que, por encima de todo, pide al Señor y logra de Él un «corazón sabio
e inteligente» y no «vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos» (1ª Lect.).
El Reino de Dios es luz que ilumina al Dios escondido detrás de todos los
acontecimientos cósmicos, humanos y sociales (2ª Lect.).
III. SITUACIÓN HUMANA
Nuestra sociedad ha dejado de ser idólatra. Porque la idolatría es propia de grupos
religiosos. Ha pasado a adorarse a sí misma en sus intereses. Hoy nadie se plantea
sustituir a Dios. Se plantea prescindir de Él. Pero ¿qué es antes? ¿la corrupción del
hombre que prescinde de Dios o el abandonar a Dios para que el corazón del
hombre corra tras otros tesoros? La respuesta, por retórica, es inútil.
IV. LA FE DE LA IGLESIA
La fe
– Los signos del Reino de Dios: "Los signos que lleva a cabo Jesús testimonian que
el Padre le ha enviado. Invitan a creer en Jesús. Concede lo que le piden a los que
acuden a Él con fe. Por tanto, los milagros fortalecen la fe en Aquel que hace las
obras de su Padre: éstas testimonian que Él es el Hijo de Dios. Pero también
pueden ser «ocasión de escándalo». No pretenden satisfacer la curiosidad ni los
deseos mágicos. A pesar de tan evidentes milagros, Jesús es rechazado por
algunos; incluso se le acusa de obrar movido por los demonios." (548; cf 547. 549.
550).
La respuesta
– La oración cristiana centrada en la búsqueda del Reino: «La petición cristiana está
centrada en el deseo y la búsqueda del Reino que viene, conforme a las enseñanzas
de Jesús. Hay una jerarquía en las peticiones: primero el Reino, a continuación lo
que es necesario para acogerlo y para cooperar a su venida. Esta cooperación con
la misión de Cristo y del Espíritu Santo que es ahora la de la Iglesia, es objeto de la
oración de la comunidad apostólica. Es la oración de Pablo, el apóstol por
excelencia, que nos revela cómo la solicitud divina por todas las Iglesias debe
animar la oración cristiana. Al orar, todo bautizado trabaja en la Venida del Reino»
(2632).
El testimonio cristiano
– «Incluso aunque esta oración no nos hubiera mandado pedir el advenimiento del
Reino habráíamos tenido que expresar esta petición, dirigiéndonos con premura a la
meta de nuestras esperanzas. Las almas de los mártires, bajo el altar, invocan al
Señor con grandes gritos: ¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin
hacer justicia por nuestra sangre a los habitantes de la tierra? En efecto, los
mártires deben alcanzar la justicia al fin de los tiempos. Señor, ¡apresura, pues, la
venida de tu Reino! (Tertuliano, or. 5)» (2817).
El Evangelio nos está invitando siempre a revisar nuestra escala de valores. Y a que
no pongamos ningún valor por encima del Reino de Dios.