SOLEMNIDAD. LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA (15 DE AGOSTO)
SER AMIGOS DE MARÍA E ISABEL
Padre Pedrojosé Ynaraja
Había yo acabado aquel mismo año el bachillerato y en el seminario todavía me
sentía advenedizo. Por aquel entonces, el régimen disciplinar era estrechísimo.
Estaba prohibido leer el periódico y, por supuesto, escuchar la radio. Si a uno le
encontraban entre sus enseres una simple galena, le podía suponer su inmediata
expulsión. Allí se estaba para estudiar teología y rezar, y poca cosa más. Pues bien,
en estas circunstancias, pusieron un día, en medio del comedor, un mastodóntico
aparato de radio de aquellos que funcionaban con lámparas, para que
escuchásemos la definición dogmática del misterio que celebramos hoy. Recuerdo
perfectamente que sonó un apretado aplauso al final de las palabras pronunciadas
por Pío XII. Me preguntaba yo a qué venía aquella alegría. Un dogma más,
proclamado en latín para más INRI, suponía una nueva carga de la mente y ya
tenía suficiente con las que señalaban cada noche en las aburridas pláticas. Así era
yo y me temo que en algo os podéis parecer vosotros a mí, mis queridos jóvenes
lectores, en este terreno.
Cambio de tercio. Cuando voy a Jerusalén, mi primera visita, evidentemente, es al
Santo Sepulcro y al Calvario. A continuación bajo a Getsemaní. Después de meditar
un poquito y saludar a algún fraile amigo, me voy a la tumba de Santa María. Está
allí mismo, se conserva, casi integra la losa donde reposó el cuerpo de la Virgen.
Aquel paraje era propiedad de la madre de Juan Marcos, de aquí que el Señor fuera
con frecuencia a rezar. Fue donde se dejó coger, donde empezó la prisión y tortura,
que acabaría en su ejecución redentora. No nos debe extrañar que, cuando acabó la
vida de la madre del Maestro, no dudaran en depositar su cuerpo en aquel lugar tan
entrañable. La tumba está en el interior de una iglesia ortodoxa, abierta a cualquier
visitante, sin ningún impedimento. Digo visitante, porque acostumbra uno a
encontrarse con mujeres musulmanas, curiosas primero, por el entorno tan
diferente a sus mezquitas, recogidas en oración después. Los estudios
arqueológicos recientes afirman su autenticidad.
Más tarde, y si las circunstancias lo permiten, me gusta buscar la que
tradicionalmente se dice fue el lugar de la casa de la madre de Juan-Marcos. Quiero
prestarle pleitesía a esta señora, agradecimiento, por ceder su huerto para que en
él sucedieran tales prodigios. -Algunos me dicen que qué pienso entonces de la
casita, o cocina de la Virgen, cerca de Éfeso. He visitado el lugar y se me concedió
la gracia de poder celebrar en él la misa, emocionado. No tengo, por ahora, nada
más que añadir.
Volviendo al principio. Han pasado más de 60 años de lo que he dicho pensé en el
seminario. Ahora pienso muy de otra manera. Me alegro que lo que en familia,
cuando rezábamos el rosario, y en el 4º misterio de gozo decíamos: la Asunción de
la Virgen, nos hayan asegurado que es verdad, convencimiento universal. Si fue
desde esa losa desde donde empezó la nueva existencia, la que le permitió unirse
estrechamente a Dios, estar totalmente poseída por Él e interceder, desde una tal
situación tan privilegiada, por todos nosotros, o fue desde otro sitio no es lo
importante. Nadie me obliga a creer que esta sea la tumba.
Si en Nazaret, junto a la casita donde Santa María dijo generosamente sí a Dios, es
muy apropiado rezar el inicio del Ave-María, aquí pronuncia uno con fervor la
segunda parte: ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Me río, pues, de los recuerdos del seminario, reconozco ahora que mi alma cristiana
se enriqueció entonces, pese a ignorarlo. El patrimonio espiritual cristiano atesora
diversas joyas. Como ocurre como con los tesoros, que guardan monedas, adornos,
gemas de diverso valor, etc. cada uno apreciado de diversa manera, así la Fe.
Os lo he dicho alguna otra vez, mis queridos jóvenes lectores, si desplazándoos por
la vieja Europa os encontráis en zona alpina, cerca de Chamonix, no dejéis de
visitar la preciosa iglesia del Plateau d’Assy. Entrad y contemplad el precioso tapiz,
tratad de recordar el texto que se nos ofrece en la misa de hoy y gozaréis
repasándolo. Una Señora vestida de sol, coronada de estrellas, calzada de luna
¿qué mejor para Nuestra Señora Santa María?
Como en el texto bíblico no se habla explícitamente de la Asunción, se ha escogido
el fragmento de la visitación para la misa de hoy. No sé porque se dice que Isabel
era prima suya. La palabra original significa parentesco, sería más propio decir tía.
Imaginad la escena. Una vieja post-menopáusica, pero embarazada, llena de
serena Fe, se encuentra con la jovencita ilusionada, intrigada por el misterio que
abriga ella en su seno, que nadie sería capaz de entender, ni la misma Isabel, pero,
para consuelo de María, había sido confidente del Señor a este respecto. Después
de la caminata, por fin encuentra a alguien con quien compartir.
Inicia el encuentro cantando emocionada el himno que llamamos Magnificat. ¡Qué
feliz se sentiría Nuestra Señora en Ein-Karen, gozando de la amistad de Isabel!
¡Qué feliz seremos nosotros si nos hacemos amigos de ambas!
Padre Pedrojosé Ynaraja