"partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente”
Mateo 14,13-21
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. JESÚS SE RETIRA EN BARCA A UN LUGAR DESIERTO
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en
barca a un sitio tranquilo y apartado.
Jesús se retira en barca a un lugar desierto a causa de la noticia de la muerte del Bautista;
Van a un lugar desierto, cerca de Betsaida (Lc). Dice el Evangelio: Al saberlo la gente, lo
siguió por tierra desde los pueblos. La gente se dio cuenta y lo siguió a pie desde los
pueblos. La multitud que oyó esto y que le iba a buscar debía de ser en gran parte de
gentes que se iban concentrando allí para ir a la muy cercana Pascua, en caravanas, a
Jerusalén. Acaso estas gentes se encontraron en Cafarnaúm, centro caravanero para ir a
Jerusalén por el valle del Jordán, evitando así las molestias de ir por Samaría. De
Cafarnaúm a Betsaida hay a pie 10 kilómetros.
2. SE COMPADECIÓ DE ELLA Y CURÓ A LOS ENFERMOS
Al desembarcar vio Jesús a la muchedumbre, se compadeció de ellos y curó a los
enfermos. Podemos suponer que un retraso por conversación o con viento en contra
permitió a las gentes llegar a aquella zona antes que El. También relata Mateo que: Al
desembarcar vio Jesús a la muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Hubo curaciones. Marcos dirá que se compadeció de ellos porque estaban como ovejas
sin pastor, frase de evocación bíblica (Ez 34:5), que aquí tiene su aplicación por estar a
merced del fariseísmo y sin la enseñanza del verdadero Pastor (Ez c.34).
3. SIEMPRE MOTIVADO POR UN AUTENTICO SENTIMIENTO DE AFECTO
Jesús nos muestra como en casi en todos los Evangelios su carácter lleno de sentimientos
de pena y lástima por la desgracia o por el sufrimiento ajeno. Siempre nos enseña esa
natural inclinación a compadecerse y mostrarse comprensivo ante las miserias y
sufrimientos, siempre motivado por un autentico sentimiento de afecto, cariño y solidaridad
hacia aquella gente que estaba cansada y hambrienta, por querer estar en su compañía,
es así como sintió una gran compasión y curó a los enfermos que ellos traían.
4. LOS DISCÍPULOS ESTÁN PREOCUPADOS
Mateo relata: Como ya se hacía tarde, pone en conocimiento que el día esta por terminar,
y ya no hay tiempo necesario para poder ir a proveerse de víveres y alojamientos,
entonces se acercaron sus discípulos a decirle: Estamos en despoblado y empieza a
oscurecer. Los discípulos están preocupados, lo que había llevado como provisiones, no
era suficiente para tanta gente. La enseñanza que impartía de Jesús debe haber sido
cautivante, se había quedado más tiempo de lo considerado y se habían agotado los
víveres. Entonces los discípulos le dicen al Señor: Despide a la gente para que vayan a las
aldeas y compren algo de comer.
5. DENLES USTEDES DE COMER
Pero Jesús les contestó: No hace falta que vayan; denles ustedes de comer. Ellos le
respondieron: No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados. El Corazón de
Jesús, siempre esta dispuesto a dar una solución y no titubea en recurrir a lo que El puede
hacer, para ir en ayuda a tanta gente hambrienta, entonces le dijo: Tráiganmelos. Jesús
dan pan material a las gentes, pero el sabe que también los hombres sienten hambre de
Dios, las dos hambres que experimenta el hombre y los dos son urgentes de atender.
6. MANDÓ QUE LA GENTE SE RECOSTARA EN LA HIERBA.
Luego mandó que la gente se recostara en la hierba. Tomó los cinco panes y los dos
pescados, alzó la mirada al cielo, pronunció una bendición. Jesús elevó los ojos al cielo.
Este gesto de Jesús era frecuente en su oración. En cambio, no era usual en las
costumbres rabínicas, porque se decía: “La regla es que el que ora ha de tener los ojos
bajos y el corazn elevado al cielo.” Jesús no ensea nuevamente que todo viene del
Padre, El esta con su corazón en ese momento en la tierra, pero levanta los ojos al cielo,
enseñándonos que es allí donde debemos mirar, porque todo viene de Dios y todo nos
debe llevar a Dios. También el relato nos dice que: pronunció una bendición. Jesús sigue
la tradición judía. La costumbre rabínica había establecido que no se comiese o bebiese
sin bendecir los alimentos, pues equivalía a un pecado de infidelidad.
7. PARTIÓ LOS PANES Y SE LOS DIO A LOS DISCÍPULOS
También dice Mateo que: partió los panes y se los dio a los discípulos para que los
distribuyeran a la gente. El milagro se hizo en las manos de Jesús, y se puede suponer
que se fue multiplicando en las manos de los discípulos, porque de lo contrario hubiese
sido incesante e inacabable ir y venir a Jesús. Entonces, Jesús no sació directamente el
hambre, lo hace a través de sus discípulos, es así como les dios a ellos los panes y estos
a las gentes.
8. TODOS COMIERON HASTA SACIARSE
Así han de ser los apóstoles de hoy, en ningún caso indiferente a las necesidades de los
demás, siempre dispuestos a atender y acudir en la ayuda de los necesitados, con
generosidad y sin pensar muchas veces en el descanso, porque esto se hace por el amor
a Cristo, por amor al Padre Bueno y a todos sus hermanos.
Los apóstoles le ofrecieron a Jesús todo lo que tenían, fruto del trabajo y del esfuerzo, solo
cinco panes y Jesús hizo todo los demás. El Evangelio continúa: Todos comieron hasta
saciarse, y con los pedazos que habían sobrado se llenaron doce canastos. Los que
comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
El milagro fue tan abundante, que todos se saciaron y luego recogieron doce canastos
sobrantes. Era uso judío recoger, después de las comidas, los trozos de comida caídos a
tierra. El milagro se constataba bien: las sobras eran más que la materia de cinco panes
para el milagro.
9. LAS GENTES QUE NO TIENEN QUÉ COMER EN EL DESIERTO
En el trasfondo de este hecho está la evocación de Moisés, viniendo a ser ello una
tipología de esta obra de Jesús. A las gentes que no tienen qué comer en el desierto (Núm
11:13.14), Moisés, con su oración, logra el maná. En esta época se esperaba que el
Mesías saliese del desierto, y aparecieron por entonces varios pseudo Mesías, que
llevaban las gentes al desierto, donde las prometían señales prodigiosas y de donde
saldrían triunfadores, pero se cuenta que su fin fue desastroso. Igualmente, en los días
mesiánicos, como renovación de los días del desierto, se esperaba una lluvia perpetua de
maná.
Todo esto podía provocar una explosión de entusiasmo mesiánico en torno a Jesús. Pero
Jesús despachó a las gentes y discípulos, para que no se dejasen contagiar de aquel
mesianismo, no era el auténtico, ni la hora de su plena proclamación, y El mismo se
marchó solo a un monte a hacer oración.
La esperanza de las gentes que habían seguido a Jesús, no quedo fallida, ellos recibieron
lo que necesitaban, llegaron enfermos y fueron curados, para saciar su hambre les
proporcionó pan, para saciar su espíritu, El les entrego su la Palabra.
10. PONGAMOS EN MANOS DE LOS DEMÁS COMPARTIENDO SOLIDARIAMENTE
El que sigue resueltamente a Jesucristo, encuentra todo lo que necesita para sí, en esta
vida terrenal y luego en la vida eterna. Nuestro amado Padre Bueno, ya nos ha regalo su
amor. En Cristo nos ha dado todo, se ha dado a sí mismo. ¿Qué otro poder será más
fuerte que este amor generoso y apasionado que el Padre manifestó en Jesús? Este amor
nos sostiene en medio de toda circunstancia adversa. Así lo comprendió también San
Pablo; ¿Quién podrá separamos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la
persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? (Rom 8, 35).
Así como Pablo, que convencido de que en el amor de Cristo tiene la fortaleza para vencer
cualquier dificultad, así también sea para nosotros el mismo convencimiento. Así como las
gentes dejaron todo por seguir al Señor hasta el desierto, y sin importarle el hambre no se
apartaron de El, que ninguna adversidad nos contenga para seguirle.
Así como el Señor pone en nuestras manos muchos bienes, pongamos en manos de los
demás compartiendo solidariamente lo que tenemos, para que le demos a otros nosotros
mismos.
Cristo Jesús viva en sus corazones