Ciclo A, 17º domingo de Tiempo Ordinario
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos:
Como ustedes saben Jesús habló del Reino de Dios en Parábolas. Nunca lo definió;
sin duda porque vio que tanta grandeza no cabía en palabras. Pero sí, de un modo
sencillo, como quien cuenta historietas, nos fue dando algunos de sus detalles, que
alcanzan a quienes somos ciudadanos de este Reino. Según lo dicho en los dos
anteriores domingos, el Reino de Dios se nos presenta pequeño en un principio
(“grano de mostaza”, “puado de levadura: Mt 13, 31-33), debiendo producir
abundantes frutos (“sembrador”: Mt 4, 1-8`), poblado por buenos y malos (“el
trigo y la hierba mala”: Mt 13, 24-30.36-43). A estos detalles, hay que añadir los
que Jesús nos describe en el evangelio de hoy (Mt 13, 44-52), al comparar el Reino
de Dios con un tesoro, una perla preciosa, una red barredera y un arcón.
Veamos someramente lo que estas parábolas nos quieren decir. La del tesoro y la
perla preciosa nos dicen que el Reino de Dios tiene un valor incalculable. Tan
grande que Jesús quiso relievarlo dedicándole dos parábolas. ¿Es tan invalorable
para nosotros? Porque lo que estamos dispuesto a hacer por el Reino de Dios y por
su señorío en el mundo y en nosotros, va a depender del aprecio que le tengamos,
de cuánto nos motiva. Es increíble que poseyendo un tesoro tan grande o una perla
de tantos quilates, no saltemos de contento ni nos sintamos como millonarios ni lo
protejamos para no perderlo. Sin duda, nuestra desgana y desmotivación de
cristianos, nuestras flaquezas y caídas, se deben a que el Reino de Dios no tiene en
nosotros el mordiente que debiera, el atractivo y la seducción que merecen.
La parábola de la red barredera, que recoge toda clase de peces, pareciera apuntar
a lo mismo que la del “trigo y la hierba mala”: en el Reino de Dios hay toda clase
gentes… Ciertamente será poco cuanto se insista en este punto y en la idea de que
los buenos tienen de hacer santos a los pecadores. Pero la red barredera apunta
más bien a otra característica del Reino de Dios: no discriminar a la hora de
“pescar…” Como las redes barrederas, “los pescadores de hombres” (los apóstoles
y nosotros) tenemos que recoger toda clase de peces y de cosas… La seleccin la
harán Dios y sus ángeles en el juicio. De algún modo, con esta parábola Jesús está
instruyendo a sus apóstoles, inquietos por saber que tendrían que hacer para ser
buenos “pescadores de hombres”, como el Maestro les había llamado.
La parábola del arcón (Mt 13, 52) la solemos pasar por alto, pero es de la mayor
importancia, sobre todo en nuestros días. Nos dice que el Reino de Dios es para
todos los tiempos y circunstancias. En su arcón (la Palabra de Dios y la Tradición)
hay de todo lo bueno que necesita el mundo en su devenir. Y corresponde a los
cristianos sacar del arcón lo que más conviene a cada época. En la nuestra, cuanto,
por ejemplo, se refiere a la dignidad de la persona, a la verdad y la libertad, al
valor de la vida, a la Nueva Evangelizacin…
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)