EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Sábado de la XVII Semana del Tiempo Ordinario
Libro del Levítico 25,1.8-17.
El Señor dijo a Moisés sobre la montaña del Sinaí:
Deberás contar siete semanas de años - siete veces siete años - de manera que el
período de las siete semanas de años sume un total de cuarenta y nueve años.
Entonces harás resonar un fuerte toque de trompeta: el día diez del séptimo mes -
el día de la Expiación - ustedes harán sonar la trompeta en todo el país.
Así santificarán el quincuagésimo año, y proclamarán una liberación para todos los
habitantes del país. Este será para ustedes un jubileo: cada uno recobrará su
propiedad y regresará a su familia.
Este quincuagésimo año será para ustedes un jubilo: no sembrarán ni segarán lo
que vuelva a brotar de la última cosecha, ni vendimiarán la viña que haya quedado
sin podar;
porque es un jubileo, será sagrado para ustedes. Sólo podrán comer lo que el
campo produzca por sí mismo.
En este año jubilar cada uno de ustedes regresará a su propiedad.
Cuando vendas o compres algo a tu compatriota, no se defrauden unos a otros.
Al comprar, tendrás en cuenta el número de años transcurridos desde el jubileo; y
al vender, tu compatriota tendrá en cuenta el número de los años productivos:
cuanto mayor sea el número de años, mayor será el precio que pagarás; y cuanto
menor sea el número de años, menor será ese precio, porque lo que él te vende es
un determinado número de cosechas.
No se defrauden unos a otros, y teman a su Dios, porque yo soy el Señor, su Dios.
Salmo 67(66),2-3.5.7-8.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones.
Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y
guías a las naciones de la tierra.
La tierra ha dado su fruto: el Señor, nuestro Dios, nos bendice.
Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra.
Evangelio según San Mateo 14,1-12.
En aquel tiempo, la fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes,
y él dijo a sus allegados: "Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los
muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos".
Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa
de Herodías, la mujer de su hermano Felipe,
porque Juan le decía: "No te es lícito tenerla".
Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un
profeta.
El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en público,
y le agradó tanto a Herodes
que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.
Instigada por su madre, ella dijo: "Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de
Juan el Bautista".
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó
que se la dieran
y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó
a su madre.
Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a
informar a Jesús.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Beato Juan Pablo II
Carta apostólica Tertio Millenio adveniente, 37
Juan Bautista, mártir de la Verdad
La Iglesia del primer milenio nació de la sangre de los mártires: «Sanguis
martyrum semen christianorum» (la sangre de los mártires es semilla de cristianos.
Tertuliano) Los acontecimientos históricos...no podían de ninguna manera
garantizar a la Iglesia su desarrollo tal como se realizó durante el primer milenio si
no hubiera sido gracias a la semilla de los mártires y el patrimonio de santidad que
caracterizaron las primeras generaciones cristianas. Al final del segundo milenio, la
Iglesia es de nuevo una Iglesia de mártires. Las persecuciones contra los
creyentes---sacerdotes, religiosos, laicos,--- han provocado abundantes semillas de
martirio en diferentes partes del mundo. El testimonio por Cristo hasta entregar la
vida ha llegado a ser un patrimonio común a los católicos, a los ortodoxos, a los
anglicanos y a los protestantes, como ya lo afirmaba Pablo VI... Es un testimonio
que no hay que olvidar...
También en nuestro siglo los mártires están presentes. Muchas veces
anónimos, son como «los soldados desconocidos» de la gran causa de Dios. En lo
posible, hay que evitar que se pierda su testimonio en la Iglesia.... Las Iglesias
locales tienen que hacer todo lo posible para no olvidar a los que sufrieron el
martirio y esforzarse a recoger toda la documentación concernientes a ellos.
Esto no dejará de tener un acento marcadamente ecuménico. El ecumenismo
de los santos, de los mártires, es quizá el que más convenza a la gente. La voz de
la «comunión de los santos» es más fuerte que la de la división...El mayor
homenaje que todas las Iglesias pueden rendir a Cristo en el umbral del tercer
milenio será mostrar la presencia todopoderosa del Salvador por los frutos de la fe,
de la esperanza y del amor en los hombres y mujeres de tantas razas y lenguas
que siguieron a Cristo en las diversas formas de la vocación cristiana.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”