EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario
Libro de los Números 13,1-2.25-33.14,1.26-29.34-35.
El Señor dijo a Moisés:
"Envía unos hombres a explorar el país de Canaán, que yo doy a los israelitas;
enviarás a un hombre por cada una de sus tribus paternas, todos ellos jefes de
tribu".
Al cabo de cuarenta días volvieron de explorar el país.
Entonces fueron a ver a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad de los israelitas en
Cades, en el desierto de Parán, y les presentaron su informe, al mismo tiempo que
les mostraban los frutos del país.
Les contaron lo siguiente: "Fuimos al país donde ustedes nos enviaron; es
realmente un país que mana leche y miel, y estos son sus frutos.
Pero, ¡qué poderosa es la gente que ocupa el país! Sus ciudades están fortificadas y
son muy grandes. Además, vimos allí a los anaquitas.
Los amalecitas habitan en la región del Négueb; los hititas, los jebuseos y los
amorreos ocupan la región montañosa; y los cananeos viven junto al mar y a lo
largo del Jordán".
Caleb trató de animar al pueblo que estaba junto a Moisés, diciéndole: "Subamos
en seguida y conquistemos el país, porque ciertamente podremos contra él".
Pero los hombres que habían subido con él replicaron: "No podemos atacar a esa
gente, porque es más fuerte que nosotros".
Y divulgaron entre los israelitas falsos rumores acerca del país que habían
explorado, diciendo: "La tierra que recorrimos y exploramos devora a sus propios
habitantes. Toda la gente que vimos allí es muy alta.
Vimos a los gigantes - los anaquitas son raza de gigantes - Nosotros nos sentíamos
como langostas delante de ellos, y esa es la impresión que debimos darles".
Entonces la comunidad en pleno prorrumpió en fuertes gritos, y el pueblo lloró toda
aquella noche.
Luego el Señor dijo a Moisés y a Aarón:
"¿Hasta cuándo esta comunidad perversa va a seguir protestando contra mí? Ya
escuché las incesantes protestas de los israelitas.
Por eso, diles: "Juro por mi vida, palabra del Señor, que los voy a tratar conforme a
las palabras que ustedes han pronunciado.
Por haber protestado contra mí, sus cadáveres quedarán tendidos en el desierto:
los cadáveres de todos los registrados en el censo, de todos los que tienen más de
veinte años.
Ustedes cargarán con su culpa durante cuarenta años, por los cuarenta días que
emplearon en explorar la tierra: a razón de un año por cada día. Entonces
conocerán lo que significa rebelarse contra mí.
Así lo he dispuesto yo, el Señor. De esa manera trataré a toda esta comunidad
perversa que se ha confabulado contra mí: hasta el último hombre morirá en este
desierto".
Evangelio según San Mateo 15,21-28.
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.
Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar:
"¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada
por un demonio".
Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor,
atiéndela, porque nos persigue con sus gritos".
Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de
Israel".
Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!".
Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los
cachorros".
Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de
la mesa de sus dueños!".
Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y
en ese momento su hija quedó curada.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Juan Crisóstomo (hacia 345-407), presbítero de Antioquía más tarde obispo de
Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre san Mateo, nº 52, 1-3
El poder de una oración perseverante
Siendo así que debería haberse sentido desanimada, la Cananea se acerca aún
más y, adorando a Jesús, le dice: «¡Señor, ayúdame!». Pero mujer, ¿es que tú no
has oído lo que ha dicho: «He sido enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de
Israel»? Sí, lo he entendido, contesta ella, pero es el Señor...
Es porque Cristo había previsto su respuesta que difiere conceder su petición.
Rehusó su petición para subrayar su piedad. Si no la hubiera querido escuchar, no
le hubiera concedido su petición, al final... Sus respuestas no fueron para apenarla,
sino más bien para atraerla y revelar ese tesoro escondido.
Pero te pido que consideres, al mismo tiempo que su fe, su profunda humildad.
Jesús dio a los judíos el nombre de hijos; la Cananea va todavía más allá de este
título y les llama los amos, tan lejos estaba ella de ser sujeto del elogio de otro:
«Los perritos comen de la miajas que caen de la mesa de sus amos»... Y es a causa
de ello que fue admitida entre los hijos. Cristo le dice entonces: «Mujer, grande es
tu fe». Y tardó en pronunciar esta palabra y recompensar a esta mujer: «¡Que se
cumpla según deseas!». Ya lo ves, la Cananea tuvo un parte grande en la curación
de su hija. En efecto, Cristo no le dice: que tu hija sea curada, sino: «¡Grande es tu
fe, que se cumpla según deseas!» Y aún fíjate bien en esto: allí donde los apóstoles
habían fracasado y nada habían obtenido, ella lo consigue. Este es el poder la una
oración perseverante.
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