Ciclo A, 3º domingo de Cuaresma
Julio César Villalobos, C.M.
Alguna vez nos hemos preguntado: ¿por qué vivir tanto tiempo sin Dios?, ¿nos
daremos el lujo de vivir de espaldas a Él?, ¿qué podemos hacer?
Una vez, en la comunidad de chontas, distrito de Caja Espíritu, provincia de
Acobamba (departamento de Huancavelica), nos encontramos con una señora de
más de 80 años de edad, que sostiene a su única hija que es sordomuda de cerca
de 60 años. A esta señora la encontramos con una dificultad grande: se arrastraba
para caminar, sus piernas dobladas para adentro, caminaba como de rodillas, así
ara la tierra, pastorea a sus pocos animales que tiene y se alimenta de hojas de
coca, de lo poco o nada que le da gente, y del agua estancada y sucia que
encuentra a pocos metros de su pequeña y sencilla casa.
¿Cuánta gente hay así?, ¿cuánta gente hay sedienta del amor de Dios?, ¿cuánta
gente hay que está sedienta de fe – de amor – de esperanza?…¿qué es lo que pasa
cuando somos indiferentes?…¿alguna vez Dios se habrá olvidado de sus hijos?…
“…el pueblo torturado por la sed, murmur contra Moisés: ¿nos has hecho salir de
Egipto para hacernos morir de sed…? (Ex.17,3-7). Jamás Dios nos olvida, él
siempre está presente (cf.Is.49,14-16). “Preséntate al pueblo…que allí estaré yo
ante ti”. Después de que Moisés tocó con el bastón la roca en Horeb, salió agua.
La prueba de que Dios está con nosotros, es “que siendo nosotros todavía
pecadores, Cristo muri por nosotros” (Rom.5,1-2.5-8). Esta esperanza como dice
San Pablo “no defrauda”. Dios tiene sed de amor por nosotros.
Cuaresma es un tiempo para desear vivamente estar con el Señor, para decirle
como la Samaritana del evangelio: “Seor, dame de esa agua” (Jn.4,5-15.19b-
26.39ª.40-42). Jesús miró con ojos de padre y madre a la samaritana, entró en su
corazón y lo transformó. Se dejó tocar por su Señor.
Hoy III Domingo de Cuaresma, Jesús nos invita a tener sed de él: “el que beba de
esta agua que yo le daré nunca más tendrá sed…”
Cuando nos llenamos de Dios, brotará en nosotros como un manantial de
bendición. ¿De qué estoy lleno?, ¿de pecado o de gracia?, ¿de tristeza o de gozo?,
¿de tinieblas o de luz?…
Si nos llenamos de Dios, el mundo creerá más en él. Dios tiene sed de amor por
nosotros, y nos invita a tener sed de él.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)