Ciclo A, 4º domingo del Tiempo Ordinario
Pedro Guillén Goñi, C.M.
El evangelio del día de hoy nos presenta el conocido pasaje de las
Bienaventuranzas según la versión de Mateo.
Las Bienaventuranzas no son un código ético o moral, ni unas máximas de
sabiduría sino la expresión de la Buena Noticia, el Evangelio, que Cristo vino a traer
y que se puede resumir en esta frase: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”. Un
Reino que se inaugura con la predicación de Cristo, que se consolida con la fe de los
apóstoles reafirmada a partir de su resurrección y el surgimiento de las primeras
comunidades cristianas y que culmina con la esperanza cristiana en la vida eterna.
Las Bienaventuranzas son como un programa que el cristiano ha de aprender y
vivir, como un resumen de todo el Evangelio, como una radiografía del mismo
Jesús. No pretender ser una utopía imposible de cumplir sino un compromiso
concreto y radical de vida para identificarse más plenamente con los valores y
criterio que el Señor vino a anunciar. Si se tienen presente en la exigencia diaria
garantizan un mayor grado de perfección y de santidad.
Las Bienaventuranzas, como indica la palabra, nos orientan hacia la realización
personal y hacia la aspiracin permanente del hombre: “¿Cmo ser feliz?”. El Seor
nos marca algunos caminos que chocan con la mentalidad de nuestra vida. Hoy
muchas personas aspiran al placer, la comodidad, el bienestar que produce el
dinero. Sin embargo esas formas no llenan plenamente la vida; crean un vacío
interior porque no satisfacen los objetivos que se pretenden conseguir.
El Señor nos invita a ser desprendidos y generosos en solidaridad con los pobres; a
vivir en humildad, sencillez y limpieza de corazón; a luchar por la justicia, la
reconciliación y la paz; a compartir la vida con los que sufren y a ofrecer consuelo y
esperanza; al compromiso de la misericordia y de la solidaridad; a mantener
valentía, firmeza, coraje ante la incomprensión, rechazo o persecución.
Si actuamos de esta manera, el Reino de Dios se hará presente entre nosotros
como tarea, proyecto y construcción; como exigencia diaria por vivir la fraternidad
como principio fundamental de de encuentro entre los mismos hombres y hacia la
trascendencia de Dios.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)