Ciclo A, 7º domingo del Tiempo Ordinario
Antonio Elduayen, C.M.
Hay en el evangelio páginas, como la de hoy (Mt 5,38-48), que algunos llaman
páginas incómodas , porque su contenido nos choca y fastidia (incomoda). Yo las
llamo páginas divinas , porque si bien todas las páginas del evangelio son divinas,
en cuanto que son inspiradas por Dios, hay algunas, como la de hoy, que por su
excelencia y exigencia de perfección , nos piden ser perfectos como Dios es
perfecto (Mt 5, 48). Enumero aquí las tres excelencias - los tres imposibles,
para otros -, que nos plantea el evangelio de hoy. 1. “No hagan frente a quien les
agravia…”; 2. “Amen a sus enemigos…”; 3. “Sean perfectos como su Padre Dios…”
¿¡Alguna vez, en su evolución, podrá el hombre llegar a estas alturas espirituales!?
Jesús, María y muchos santos y hombre de buena voluntad, llegaron. Digamos
entones que no es imposible. No es imposible -y menos con la gracia de Dios-,
practicar la no violencia activa , perdonar al prójimo de corazón y vivir con
distinción (estilo), que vienen a ser los otros nombres, hoy, de lo que Jesús nos
pide. Veamos algún detalle de cada una de estas tres máximas. 1. No hacer
frente a quien nos agravia es una invitación a practicar y vivir la no violencia
activa. No se trata de dejar que te pisen sino de resistir, de ser firme y exigente en
tus convicciones, pero sin violencia. Como lo hizo Gandhi que logró la
independencia de la India con la no-violencia, sin disparar un tiro. Y como lo han
hecho los egipcios al lograr la salida del rais Mubarak. No responder con fuerza a la
fuerza, pero tampoco ser “pasotas”.
2. El perdonar al prójimo de corazón, incluido el enemigo, es difícil, pero no
imposible . Jesús y muchos otros lo han hecho y lo siguen haciendo. Cuando
decimos que perdonar es divino , estamos diciendo ante todo que es potestad de
Dios , pero también que eleva a quien perdona a las cumbres donde Dios
habita . Perdonar denota grandeza de alma y libertad de espíritu. Es ponerse más
allá y más arriba de las mezquindades y torpezas de quien te ofendió. Es, como
dice San Pablo, acumular carbones encendidos sobre la cabeza de tu enemigo, es
decir, no dejarse vencer por el mal, sino derrotar al mal con el bien (Rom 12, 20-
21). Perdonar es liberarte y no permitir que quien te dañó continúe haciéndolo, al
llenarte de rencores y rabias, que te paralizan y enferman.
3. La tercera gran máxima del evangelio de hoy es la invitación a ser alguien
distinto en la vida . El cristiano no es masa ni del montón, sino siempre persona.
Actuando y respondiendo a las circunstancias según su conciencia y su leal
entender. Nunca por slogans o consignas o modas. Ni por conveniencias o
intereses, sino por principios y metas altas. Si tú saludas sólo a quien te saluda,
¿qué merito tienes? Esto lo hacen también los mundanos. O si invitas sólo a
quien te invita… El cristiano tiene que ser y portarse en todo como alguien distinto,
con distinción. Lo que obliga a desmarcarse y hacerse notar… Y a convertirse, sin
quererlo, en tropiezo y provocación para cuantos piensan y actúan según las
concupiscencias del mundo.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)