Ciclo A, 9º domingo del Tiempo Ordinario
Antonio Elduayen, C.M.
El evangelio de hoy (Mt 7, 21-27) cierra el llamado Sermón d la Montaña , tan
importante, que ha sido el tema obligado de los últimos cinco domingos, (ver HP
206-210). Y lo cierra con dos parábolas , que apuntan a lo mismo, si bien
insistiendo cada una en un aspecto distinto. En la primera (Mt 7, 21-23) y como era
de esperarse, nos hace una seria advertencia para que su enseñanza (el
Sermón de la Montaña con las Bienaventuranzas) no caiga en saco roto . Nos dice
además quién es un verdadero discípulo suyo . En la segunda parábola (Mt 7,
24-27), teniendo a la vista lo que entonces pasaba (y lo que aún ahora pasa),
invita a construir la vida sobre roca (la enseñanza del Sermón de la Montaña) y
no sobre la arena de una torrentera (las enseñanzas del mundo).
En relación con la primera parábola, Jesús nos pide que su enseñanza no sea
desvirtuada y menos pasada por alto o ignorada . Que no la reduzcamos a
suspiros y buenas palabras como ¡Señor, Señor, cuánto te amo! Al respecto, lo que
Jesús nos dice es escalofriante, sobre todo puesto como está puesto en la hora del
juicio final: “¡No les conozco. Apártense de mí, malvados!” Suena terrible y
entonces sonará aún más terrible. De la llamada de atención del Señor, se deduce
que un cristiano no es el que dice buenas palabras, pues pueden estar vacías, ni
el que hace buenas obras (hasta milagros), pues pueden ser ilusorias -buenas para
otras, pero que a él le resbalan. Un cristiano es el que abre su corazón a Dios y
permite que su gracia actúe en él, viviendo la perfección de las Bienaventuranzas y
dando frutos de vida eterna, que es en lo que consiste el hacer la Voluntad de Dios.
En la segunda parábola, Jesús abunda positivamente en la necesidad de asimilar
su enseñanza y de ponerla en práctica (construir la vida sobre ella). Quien lo
hace, dice, construye sobre roca y muestra ser sabio y prudente. Quien no lo hace,
construye sobre arena -la torrentera, como era (y es) la costumbre-, y muestra ser
un necio. Les transcribo lo que dice San Vicente de Paul a este propósito, al
fundamentar la vida espiritual de sus misioneros : “Ante todo, todos se
esforzarán por convencerse de esta verdad : que la enseñanza de Jesucristo
nunca puede engañar, mientras que la del mundo es siempre engañosa… Por eso la
Congregación hará profesión de obrar siempre según las máximas de Jesucristo, y
nunca según las del mundo”.
Hombre práctico, San Vicente añade algo importante al dicho de Jesús: 1. Que
tenemos que estar convencidos, seguros, de que sólo la Palabra de Dios es
ciento por ciento creíble , soporte y fuente de la verdad; y 2. Que sólo con
esfuerzo y empeño, poniendo toda nuestra voluntad, lograremos ese
convencimiento. Sobre todo hoy, cuando el relativismo, las medias verdades y
hasta las mentiras, nos bombardean continuamente con los medios de
comunicación y los grupos de poder. El aborto y la eutanasia, el matrimonio
homosexual y la ideología de género, Dios nos guarde de construir nuestra vida
personal y social sobre tales aberraciones.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)