Miércoles 10 de Agosto de 2011
Miércoles 19ª semana de tiempo ordinario 2011
Deuteronomio 34,1-12
En aquellos días, Moisés subió de la estepa de Moab al monte de Nebo, a
la cima del Fasga, que mira a Jericó; y el Señor le mostró toda la tierra: Galaad
hasta Dan, el territorio de Neftalí, de Efraín y de Manasés, el de Judá hasta el mar
occidental, el Negueb y la comarca del valle de Jericó, la ciudad de las palmeras,
hasta Soar; y le dijo: "Ésta es la tierra que prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob,
diciéndoles: "Se la daré a tu descendencia." Te la he hecho ver con tus propios
ojos, pero no entrarás en ella."
Y allí murió Moisés, siervo del Señor, en Moab, como había dicho el
Señor. Lo enterraron en el valle de Moab, frente a Bet Fegor; y hasta el día de hoy
nadie ha conocido el lugar de su tumba. Moisés murió a la edad de ciento veinte
años; no había perdido vista ni había decaído su vigor. Los israelitas lloraron a
Moisés en la estepa de Moab treinta días, hasta que terminó el tiempo del duelo por
Moisés.
Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés
le había impuesto las manos; los israelitas le obedecieron e hicieron lo que el Señor
había mandado a Moisés. Pero ya no surgió en Israel otro profeta como Moisés, con
quien el Señor trataba cara a cara; ni semejante a él en los signos y prodigios que
el Señor le envió a hacer en Egipto contra el Faraón, su corte y su país; ni en la
mano poderosa, en los terribles portentos que obró Moisés en presencia de todo
Israel.
Salmo responsorial: 65
R/Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida.
Aclama al Señor, tierra entera; / tocad en honor de su nombre, / cantad
himnos a su gloria. / Decid a Dios: "¡Qué temibles son tus obras!" R.
Venid a ver las obras de Dios, / sus temibles proezas en favor de los
hombres. / Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, / haced resonar sus alabanzas. R.
Fieles de Dios, venid a escuchar, / os contaré lo que ha hecho conmigo: /
a él gritó mi boca / y lo ensalzó mi lengua. R.
Mateo 18,15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si tu hermano peca,
repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no
te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado
por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no
hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y
todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además,
que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará
mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy
yo en medio de ellos."
COMENTARIOS
La ofensa crea división en la comunidad y ésa ha de ser reparada lo antes
posible. Por eso, Jesús no prescribe al ofensor que vaya a pedir perdón al ofendido,
sino, al contrario, es éste quien ha de tomar la iniciativa, para mostrar que ha
perdonado y facilitar la reconciliación.
El ofensor ha de mostrar su buena voluntad reconociendo su falta. Dado
lo anormal que es esta situación en la comunidad y el daño que puede producir, no
se dará publicidad al asunto. Es un caso particular del expuesto en la parábola de la
oveja perdida. Cuando el extravío tiene por causa una falta contra un miembro de
la comunidad, que nadie sabe más que éste, ha de considerarse responsable de
atraer a la unidad al culpable.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de fundación ÉPSILON)