Ciclo A. Solemnidad. Santísima Trinidad
Pedro Guillén Goñi, C.M.
Dios es amor . El amor se manifiesta entre personas y por eso creemos
firmemente en la fiesta que celebramos en el día de hoy: la Santísima Trinidad:
“tres personas distintas en un solo Dios verdadero”. Este misterio desborda
nuestra capacidad de comprensión pero la fe supone el encuentro con el ser que
queremos y nada hay más sencillo y sublime, desde la perspectiva del
entendimiento y el afecto humano, que sentir necesidad y creer en un Dios amor
que se entrega por nosotros desde la acogida y el perdón. Gracias al amor infinito
que Dios es en el Padre, Creador, Dios Hijo Salvador y Redentor, y Dios Espíritu
Santo, Vivificador, nosotros hemos adquirido la dignidad de ser hijos del mismo
Dios por el bautismo y hemos recibido la salvación que se va realizando en este
mundo y que culmina con el encuentro, precisamente con Dios trinitario, en el
abrazo y regazo de la eternidad.
El diálogo de Jesús con Nicodemo, que nos describe el evangelio del día de hoy, nos
explica la importancia e influencia del misterio trinitario para nuestra vida cristiana.
“Tanto am Dios al mundo que entreg a su Hijo para que nadie, de los que creen
en Él, se pierda” (Jn.3,16). El pasaje nos indica que Dios ama con un amor tan
grande al hombre y a la creación que cuando ve cómo el pecado y sus
consecuencias aflora en el mundo envía a su propio Hijo , verdadero Dios y
verdadero hombre para que ilumine con su luz, la luz del Espíritu Santo , a los
que quieren ver. Fortalece con su propia vida a los que creen en Él; guía con su
Espíritu a los pobres que abren su corazón en busca de salvación y de liberación
integral.
El amor del Padre, la gracia del Hijo y la comunión del Espíritu Santo, como
decimos en las palabras iniciales de la Eucaristía, configuran nuestra vida de
cristianos y nos hacen sentir la presencia de un Dios cercano y amoroso que
envuelve y transforma nuestra vida.
La fiesta de la Trinidad nos recuerda que todo amor verdadero, por humilde y
pequeo que sea, tiene “sabor de Dios” y, por lo tanto, el amor matrimonial y todas
las formas de vivenciar nuestras relaciones interpersonales, cuando están basadas
en la comprensión, aceptación y tolerancia, son manifestaciones y prolongaciones
del amor trinitario en el mundo en que vivimos.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)