Ciclo A. 15º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Mario Yépez, C.M.
Es verdad lo que nos dice San Pablo, vivimos una expectativa trascendental que no
lo podemos imaginar pero es allí que cobra sentido la virtud de la esperanza.
Muchos de nosotros no conocemos el mundo agrícola, pero si hay algo de lo que
podemos quedarnos admirados es de la confianza que tiene el hermano campesino,
que siembra y siembra esperando la anhelada cosecha pasado un tiempo. Uno no
sabe lo que pueda suceder; si habrá sequía, si habrá demasiada lluvia; pero se
espera. Esa expectativa es real y es muchas veces preocupante; pero cuando llega
el tiempo de la siega y se empiezan a recoger los frutos la alegría llega y se
desborda en el campesino. Esta es la experiencia de la Palabra de Dios en la vida
de los creyentes. Es una Palabra que se convierte en semilla, pero los frutos
deberán dase después de una paciente espera. El campesino no siembre y se
desentiende hasta la cosecha; vigila, cuida, favorece en su crecimiento. La Palabra
llega a nosotros y no debemos pensar en el conformismo de aceptarla como lo
hacemos siempre: “¡qué hermoso lo dicho por la Biblia!”, “¡qué buena explicación
del padre!”; esa palabra tendrá sentido si de verdad la llevamos a la práctica luego
de un proceso de discernimiento y de verdadera aceptación. Por eso, San Pablo
advierte a la comunidad de Roma, que todavía no se ha manifestado realmente lo
que seremos ya que eso todavía lo tenemos en esperanza. Pero he allí el
compromiso de la Iglesia: tenemos que ser signos de la realidad del Reino ahora y
aquí. ¿Creemos realmente que somos hijos de Dios? ¡Esforcémonos en vivir como
tales! Así, el sembrador que siempre sale a sembrar lo hará con alegría y
entusiasmo. Tal vez la Palabra no sea acogida como se debe, pero siempre habrá
corazones dispuestos a dar frutos y de distintos tipos, pues somos diferentes cada
cual. Entonces ya sabemos que de nosotros depende mucho que haya ciento por
uno en la cosecha y eso hará que la creación entera que se halla gimiendo por la
dura lucha contra el pecado pueda pronto experimentar la dicha de que los hijos de
Dios van cosechando lo que han recibido. ¡Cuidado! La Palabra caerá siempre como
la lluvia a empapar la tierra y espera volver a Dios, ¿Cuál será nuestra respuesta?
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)