Ciclo A. 16º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Pedro Guillén Goñi, C.M.
Jesucristo nos habla, como en los domingos precedentes, por medio del evangelio
de San Mateo. Hoy nos sigue presentando algunas parábolas para que lleguemos a
una mayor comprensión del sentido del Reino de Dios que Él viene a proclamar. En
concreto reflexionamos en base a tres conocidas parábolas: 1ª la del hombre que
sembró buena semilla pero apareció también la cizaña; 2ª la del grano de mostaza;
3ª la de la levadura en la masa.
Vamos a analizar brevemente cada una de ellas.
La buena hierba y la cizaña : esta parábola afirma con claridad que entre la
siembra y la siega existe un largo tiempo y, si no se toman las precauciones
debidas, pueden aparecer agentes internos y externos que nos influyan para actuar
incorrectamente. La reacción que Dios quiere ante esta experiencia es la de una
paciente tolerancia sin precipitaciones que nos hagan perder el horizonte de nuestra
vida. El discernimiento y la decisión debe llegar a su tiempo después de una
profunda reflexión . La eficacia en la aceptación y proclamación del Reino de Dios
no está en arrancar la mala hierba sino en dejar que la semilla buena produzca su
fruto. Para ello el trabajador, el apóstol, cada uno de nosotros tiene que sembrar
esa semilla, cuidarla y atenderla con esmero y, su propia fuerza acompañada con el
espíritu de Dios, producirá el fruto de la cosecha. Incluso puede suceder que, como
fruto de la conversión, la cizaña se convierte en buena semilla. Como podemos
observar, esta parábola es un canto a la tolerancia, la paciencia activa y la
aceptación .
2ª y 3ª El grano mostaza y la levadura: ambas parábolas nos presentan
enseñanzas muy parecidas. El Reino de Dios es pequeño al comienzo, casi
insignificante como el grano de trigo que se esconde en la tierra pero al final, con la
colaboración de todos, resultará espléndido. El Reino de Dios está oculto pero el
poder de transformación es inimaginable. Las dos parábolas están encaminadas
a infundir confianza en la fuerza de Dios que se manifiesta en los valores y
presencia de su Reino . La levadura en la masa es humilde, silenciosa, anónima,
casi insignificante pero muy eficaz, se deja notar. Esta parábola es un canto al
optimismo y a la confianza que el Señor ha depositado en nosotros en la
colaboración por construir un mundo, donde se asienta su Reino, cada vez más
cercano a sus propios planteamientos. Todos somos necesarios y agentes de
cambio desde el servicio. Nos corresponde descubrir nuestra propia función y
actuar con disponibilidad y humildad para cooperar en la extensión del Reino de
Dios en el mundo.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)