Ciclo A. 20º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos:
El evangelio de hoy (Mt 15, 21-28) nos muestra a Jesús proclamando con los
hechos una “salvación de inclusión”, por usar la palabra hoy de moda. Es decir
que nadie queda excluido de la salvación de Dios, cuya voluntad y la del Hijo, es
que todos nos salvemos (Jn 6,40). El diálogo de Jesús con la cananea es tan
interesante que nos lleva a perder de vista el conjunto. En especial, su viaje al
extranjero, al distrito de Tiro y Sidón , ciudades puertos del Mediterráneo y
centros comerciales bullantes, cuya cultura y religión eran totalmente paganas (lo
opuesto al judaísmo). Los evangelios no nos dicen por qué Jesús fue allí ni cuánto
tiempo estuvo por allí. Pero podemos tener la plena seguridad de que no fue como
turista ni a hacer negocios . El motivo debió estar más bien en sintonía con lo
que, antes de subir al cielo, dijo a sus apóstoles: vayan por todo el mundo … (Mt
28, 19).
En la Fiesta de los Reyes Magos, vemos cómo el Padre Dios llama a todos los
pueblos, representados por ellos, a acercarse y adorar a su Hijo Jesús. Ahora,
dando cumplimiento a la misión que el Padre le confiara, Jesús, sin duda precedido
por su fama, va con sus discípulos a algunos de esos pueblos. Un día los apóstoles
tendrán que anunciarles el Reino y ofrecerles la salvación. No sabemos si Jesús lo
hizo, pues Mateo se limita a presentarnos el caso de la siriofenicia, como la llama
Marcos (7,26). Y que Mateo nos hace leerlo desde su óptica judía, a saber: que
hay los hijos, que son los invitados naturales al Reino, y hay los “perros” - (como
los judíos solían llamar a los paganos)-, que son los tolerados. Habría sido por pura
benevolencia que Jesús atendió a esta mujer y sanó a su hija: cuando hubo
reconocido la prioridad de Israel .
Lo cierto es que Jesús atendió a la mujer, que le sorprendió por su agilidad
mental, pero sobre todo por su gran fe en Él . En el contexto de la salvación de
inclusión que Jesús inaugura, la conversión de la cananea está puesta como
modelo. Para ella, Jesús a quien llama “el hijo de David” era como un mago o
taumaturgo con poderes de sanación. Sólo después de hablar con Jesús
empieza a verlo con otros ojos (le da la razón) y a esperar por otros motivos
(es el Señor, su amo, lo llama ella). Los no judíos (y los malos judíos), que quieran
seguir a Jesús , tendrán que dejar de verlo con los ojos de la carne para verlo con
los ojos de la fe. Menos servirse de Él y más servirlo a Él : ser sus discípulos
misioneros.
Comparemos con las nuestras, algunas de las cualidades de la súplica-oración
de la cananea : 1. Nace de una necesidad sentida, que urge solucionar (la
enfermedad de su hija); 2. es humilde, siempre en súplica al Señor aunque
aparentemente no le haga caso, humilde, pero con dignidad; es perseverante ,
pues pide una y otra vez, sin cansarse y con insistencia; es valiente, sin respetos
humanos ni temor al qué dirán, pues le sigue a Jesús clamando; y está hecha con
fe y confianza en Jesús, que le otorga lo que desea. ¿Es así como oramos nosotros?
Cuánto mejor nos iría.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)