La Asunción de la Virgen
15 de agosto.
P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.
Esta fiesta surge en el s. V en Oriente, con el título de la «Dormición de la Virgen»
por influjo de algunos escritos apócrifos anteriores, como el Evangelio de Juan y
el Tránsito de María . En Occidente fue asumida en el s. VII y encontró muy buena
acogida desde el principio, aunque la declaración dogmática no tuvo lugar hasta
1950, durante el pontificado de Pío XII. La liturgia actual ofrece una profunda
síntesis del significado de esta solemnidad, poniéndola en referencia a Cristo, a la
Iglesia y al pleno cumplimiento de la esperanza cristiana. La liturgia de las horas,
inspirándose en el Cantar de los Cantares, presenta a María como modelo de la
Iglesia, enamorada de Cristo.
Benedicto XVI explica que, en María asunta al cielo, partícipe de la gloria de Cristo
resucitado, contemplamos la culminación de su camino de fe: «Siguiendo a Jesús
desde Belén hasta el destierro en Egipto, en la vida oculta y en la pública, hasta el
pie de la cruz, María vive su constante ascensión hacia Dios [] En María elevada al
cielo contemplamos la coronación de su fe» (Homilía, 15-08-2009). Partiendo del
hecho central del cristianismo, que es el misterio pascual, en el que los cristianos
somos incorporados por el bautismo, añade que su destino es también el nuestro si,
como ella, perseveramos en la fe y en el seguimiento de Cristo: «Lo que san Pablo
afirma de todos los hombres, la Iglesia, en su magisterio infalible, lo dice de María
en un modo y sentido precisos: la Madre de Dios se inserta hasta tal punto en el
Misterio de Cristo que es partícipe de la resurrección de su Hijo con todo su ser ya
al final de su vida terrena; vive lo que nosotros esperamos al final de los tiempos
[]; ya vive lo que proclamamos en el Credo: “Espero la resurrección de los
muertos y la vida del mundo futuro” (Homilía, 15-08-2010).
El Papa insiste en sus intervenciones en los sentimientos de gozo y esperanza que
esta fiesta suscita en los cristianos: «La fiesta de hoy nos impulsa a elevar la
mirada hacia el cielo. No un cielo hecho de ideas abstractas, ni tampoco un cielo
imaginario creado por el arte, sino el cielo de la verdadera realidad, que es Dios
mismo. Y Él es nuestra meta, la meta y la morada eterna, de la que provenimos y a
la que tendemos» (Homilía, 15-08-2008).
El beato Francisco Palau y Quer, carmelita descalzo, tiene una preciosa doctrina en
la que presenta a María como tipo de la Iglesia, como su modelo y su realización
plena. Ella es, al mismo tiempo, parte de la Iglesia y su mejor realización histórica.
La Iglesia (y cada cristiano) está llamada a vivir de fe, como María, a generar a
Cristo permaneciendo virgen para Dios, a dar a luz a Cristo y ofrecerlo al mundo, a
seguirle y servirle con corazón indiviso, a permanecer de pie junto a la cruz, a orar
insistentemente para recibir el don del Espíritu Santo, con la esperanza de ser un
día glorificada, como María asunta al cielo.
La fiesta de la Asunción ha dado lugar a numerosas obras de arte y manifestaciones
de piedad, entre las que destaca el famoso Misterio de Elche, patrimonio de la
humanidad. En este video podéis ver un resumen que explica su desarrollo:
http://www.youtube.com/watch?v=9qll5HRqdUA&feature=related