Acoger a todos para lograr la paz
14/08/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-38
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer
cananea le sali al encuentro y se puso a gritar: “Seor, hijo de David, ten
compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Jesús
no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban:
“Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”. El les contest: “Yo no he
sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.
Ella se acerc entonces a Jesús, y postrada ante él, le dijo: “¡Seor, ayúdame!” El
le respondi: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los
perritos”. Pero ella replic: “Es cierto, Seor; pero también los perritos se comen
las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondi:
“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo
instante quedó curada su hija.
Oración introductoria
Señor Jesús, ¡te necesito! ¡Ven a mí en esta oración! Como la canaea sé que sólo
Tú puedes hacer la diferencia en mi vida. Tengo fe, sé que me escuchas. Tengo
esperanza porque confío en tu amor.
Petición
Jesús, dame un corazón humilde.
Meditación
«El episodio de la mujer cananea, una extranjera respecto a los judíos, a la que el
Señor atendió por su gran fe. La palabra de Dios nos ofrece así la oportunidad de
reflexionar sobre la universalidad de la misión de la Iglesia, constituida por pueblos
de toda raza y cultura. Precisamente de aquí proviene la gran responsabilidad de la
comunidad eclesial, llamada a ser casa hospitalaria para todos, signo e instrumento
de comunión para toda la familia humana.
Es sumamente importante, especialmente en nuestro tiempo, que toda comunidad
cristiana tome cada vez más profundamente conciencia de ello, a fin de ayudar
también a la sociedad civil a superar cualquier tentación que se pueda dar de
racismo, de intolerancia y de exclusión, y a organizarse con opciones respetuosas
de la dignidad de todo ser humano. Una de las grandes conquistas de la humanidad
es en efecto precisamente la superación del racismo. Pero, desgraciadamente, se
registran en diversos países nuevas manifestaciones preocupantes, vinculadas a
menudo a problemas sociales y económicos, que sin embargo jamás pueden
justificar el desprecio y la discriminación racial. Oremos para que por doquier crezca
el respeto a toda persona, junto a la conciencia responsable de que sólo en la
acogida recíproca de todos se puede construir un mundo marcado por auténtica
justicia y paz verdadera» (Benedicto XVI, 17 de agosto de 2008).
Reflexión apostólica
«El Regnum Christi está abierto a todos los fieles católicos sin distinción, hombres o
mujeres, jóvenes o adultos, de cualquier estado de vida y condición social. Por
caminos y con medios muy variados, Dios llama a quienes Él quiere a servirse del
Movimiento como un medio y un estilo de vida cristiana en la Iglesia para así
contribuir a la santificación del mundo y realizar la vocación con la que nos ha
elegido en Cristo desde antes de la creación del mundo para ser santos e
inmaculados por el amor y a ser imitadores de Dios » Manual del miembro
del Regnum Christi , n. 47).
Propósito
Revisar mis relaciones sociales para detectar si no hay alguna discriminación.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, Tú me enseñas que para ser un auténtico discípulo y misionero de tu
amor debo ser una persona abierta a los demás. No permitas que mi trato o
preferencias dañen la autoestima de las personas con las que convivo. Dame tu
gracia para saber trasmitir tu amor en todas mis relaciones sociales.
«En esta convivencia con Jesucristo el alma se va llenando de Jesús, se va uniendo
más a Él, se va centrando en Él, con todos sus amores e intereses, para pensar
como Él, sentir como Él, vivir los mismos valores que Él
( Cristo al centro, n. 1741).