EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la XX Semana del Tiempo Ordinario
Libro de los Jueces 6,11-24a.
El Angel del Señor fue a sentarse bajo la encina de Ofrá, que pertenecía a Joás de
Abiézer. Su hijo Gedeón estaba moliendo trigo en el lagar, para ocultárselo a los
madianitas.
El Angel del Señor se le apareció y le dijo: "El Señor está contigo, valiente
guerrero".
"Perdón, señor, le respondió Gedeón; pero si el Señor está con nosotros, ¿por qué
nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas esas maravillas que nos contaron
nuestros padres, cuando nos decían: 'El Señor nos hizo subir de Egipto?' Pero ahora
él nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de Madián".
El Señor se volvió hacia él y le dijo: "Ve, y con tu fuerza salvarás a Israel del poder
de los madianitas. Soy yo el que te envío".
Gedeón le respondió: "Perdón, Señor, pero ¿cómo voy a salvar yo a Israel, si mi
clan es el más humilde de Manasés y yo soy el más joven en la casa de mi padre?".
"Yo estaré contigo, le dijo el Señor, y tú derrotarás a Madián como si fuera un solo
hombre".
Entonces Gedeón respondió: "Señor, si he alcanzado tu favor, dame una señal de
que eres realmente tú el que está hablando conmigo.
Te ruego que no te muevas de aquí hasta que yo regrese. En seguida traeré mi
ofrenda y la pondré delante de ti". El Señor le respondió: "Me quedaré hasta que
vuelvas".
Gedeón fue a cocinar un cabrito y preparó unos panes sin levadura con una medida
de harina. Luego puso la carne en una canasta y el caldo en una olla; los llevó
debajo de la encina y se los presentó.
El Angel del Señor le dijo: "Toma la carne y los panes ácimos, deposítalos sobre
esta roca y derrama sobre ellos el caldo". Así lo hizo Gedeón.
Entonces el Angel del Señor tocó la carne y los panes ácimos con la punta del
bastón que llevaba en la mano, y salió de la roca un fuego que los consumió. En
seguida el Angel del Señor desapareció de su vista.
Gedeón reconoció entonces que era el Angel del Señor, y exclamó: "¡Ay de mí,
Señor, porque he visto cara a cara al Angel del Señor!".
Pero el Señor le respondió: "Quédate en paz. No temas, no morirás".
Gedeón erigió allí un altar al Señor y lo llamó: "El Señor es la paz". Todavía hoy se
encuentra ese altar en Ofrá de Abiézer.
Salmo 85(84),9.11-12.13-14.
Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz, la paz para su
pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de corazón.
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo.
El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos.
Evangelio según San Mateo 19,23-30.
Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará
en el Reino de los Cielos.
Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico
entre en el Reino de los Cielos".
Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién
podrá salvarse?".
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible,
pero para Dios todo es posible".
Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te
hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo
del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también
se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre,
hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los
primeros.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Juan de la Cruz (1542-1591), carmelita descalzo, doctor de la Iglesia
Avisos y Máximas n° 353-357, 362 éd. de 1693 (trad. P. Grégoire de saint Joseph,
Oeuvres, Seuil 1945, p. 1233)
¿Espíritu de propiedad o pobreza en el espíritu?
No tenga otro deseo, que el de entrar sólo por amor a Cristo en el desapego,
el vacío y la pobreza de todo lo que existe en la tierra. No tendrá otras necesidades
más que aquellas a las que has sometido tu corazón; el pobre de espíritu nunca
será más feliz que cuando se encuentre en la indigencia; aquel cuyo corazón no
desea nada es siempre generoso.
Los pobres en el Espíritu (Mt 5,3) tienen una gran libertad en todo lo que
poseen. Su placer es pasar necesidad por amor a Dios y al prójimo... No sólo los
bienes, las alegrías y los placeres de este mundo nos estorban y nos retrasan en el
camino hacia Dios, sino también las alegrías y las consolaciones espirituales, son en
sí mismas un obstáculo en nuestra marcha, si los recibimos o las buscamos con un
espíritu de propiedad.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”