XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR
Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia
Muy queridos hermanos y hermanas:
Mujer que grande es tu fe, es la palabra que El pronuncia después de haber palpado la
confianza, la valentía, las ganas de recibir los dones de la vida para ella y para su
hija, y el Señor pronuncia estas palabras, estas son las palabras también que
quisiéramos escuchar en bien de nuestro pueblo o cuando nuestro pueblo se
moviliza por algo. Qué grande es tu fe, con tus celebraciones con los
acontecimientos que recuerdas ¿crece o no crece en la fe?, ese debe ser el
cuestionamiento de la gente, esa debe ser también la pregunta que hoy, mañana y
otros días nuestros hermanos que dejan sus casas para ir a Urkupiña, preguntarse
si el Señor les puede decir que grande es la fe de ustedes, realmente creen,
realmente aceptan, realmente están convencidos de que es el Señor el que dispone
nuestras vidas y el que desea que nuestras vidas se encaminen hacia el padre. Esa
es la reflexión que deben hacer también ese millón de jóvenes católicos que se
reunirán con el santo padre a partir del martes de esta semana que viene. El Señor
podrá decir también de ellos, qué grande es la Fe de estos jóvenes, que grande es
la esperanza de estos jóvenes, cuan grande es el amor que ellos desean realmente
dispersar por todos lados para poder soñar como les ha dicho el Santo Padre, un
mundo mejor. El Santo Padre ha estado preparando esta jornada que no es una
jornada cualquiera, es la expresión de la juventud de la iglesia católica de la
juventud de otras hermanas iglesias y aun de la juventud que no tienen creencias
pero que se reúnen en estos acontecimientos, porque ven que hay una fuerza, que
hay algo que conmueve, que allí hay una vivencia de poder construir un mundo
mejor para todos, este mundo que ahora se ahoga con los problemas de la
economía que se va tambaleando por todos lados y de este mundo que no sabe
cómo actuar frente a esos miles y miles de hermanos que están echados de sus
países por las guerras o por el hambre, que son miles de niños que mueren de
hambre allá en el África.
Estos problemas ¿quién los cambia? ¿quien hace esfuerzo realmente para poder comenzar
una nueva época? Época de amor, de entrega, de solidaridad pero sin desterrar a
ese Dios que tanto nos ama y que camina con nosotros y que siempre ha soñado
que todos los pueblos van a reunirse en el Monte Santo que les tiene preparado en
la casa de oración que el tiene para todos los pueblos y naciones.
Este deseo de Dios expresado ya en el libro de Isaías, hablando de que es importante
observar el derecho y la justicia, eso es lo característico del Pueblo de Dios,
observar el derecho de Dios, y practicar la justicia que Él nos pide con Dios y con
los hermanos, y a esto va a llamar a todos los pueblos, a todos esos pueblos que le
sirven, que aman su nombre que son sus servidores, a todos esos pueblos que no
están dentro de los límites del pueblo de Dios que están esperando esta salvación a
todos ellos los convoca el Señor sin fijarse la raza ni el idioma ni las culturas.
Todos están llamados a llenarse de esa alegría que se siente viviendo en la casa de
nuestro Dios. En este sentido va la lectura del Evangelio mis hermanos, es la mujer
pagana, una mujer de otro pueblo, vecino al pueblo de Israel pero que tiene sus
maneras de vivir un pueblo donde la idolatría, donde los males se habían metido ya
y que eran despreciados por los otros porque no se imaginaban que de allí, de esta
región de Tiro y de Sidón, saldría el testimonio más grande de confianza en el
maestro imaginemos como habrán sonado sus palabras, después de haber
escuchado el domingo pasado como Pedro comenzó a dudar cuando se hundía en
las aguas como Pedro tuvo que escuchar aquel reproche: “Hombre de poca fe”
como van a sonar las palabras de esta mujer: “Seor hijo de David ten piedad de
mi, mi hija está terriblemente atormentada por un demonio…” Se supone que esta
mujer no tenía fe, es evidente que esta mujer no era parte del pueblo de Israel,
pero su lenguaje su atrevimiento de gritar en medio de todos, su acto de confianza
reconociéndole a Jesucristo el título más grande: “tu eres el hijo de David, tu eres
el Seor de la vida y de la historia” y se atreve a pedir en público no un portento
para ella sola, para su hija, ese sentido extraordinario de servicio a la humanidad
que nos muestra esta mujer es la que tiene que despertarse cada vez que nosotros
pronunciamos el nombre de nuestro Dios, cada vez que peregrinamos o nos
movemos para celebrar algo esto es lo que tiene que brotar una clara visión de
quien es el maestro y una gran preocupación por el mal físico o el mal espiritual o
el mal moral que podemos encontrar en nosotros o en nuestros hermanos o en
nuestros pueblos. Hijo de David ten piedad, aquí no hay vuelta mis hermanos, es
una oración totalmente hecha a la medida de Dios de una mujer humilde pero
valiente, una mujer que tiene toda su confianza en el maestro que pasa, pero el
Señor parece que no la escuchó o no quiso escucharla, ¿por dejadez?, ¿por
indiferencia? son las preguntas que uno se hace, ¿Por qué el Señor no le respondió
inmediatamente?.
Tuvo que esperar que los discípulos le digan: “Seor mira atiéndela porque si no nos va
ha seguir gritando detrás de nosotros, atiéndela” Es la manera de actuar del Seor,
El no hace prodigios para llamar la atención, lo que El quiere que cada uno que
confiesa su fe crezca en esa fe y así tenemos que entender entonces, este primer
silencio del Señor. Le da un tiempo y un espacio a esa Señora para que aumente su
fe, para que su fe sea mucho más explícita. Cuantas veces nosotros, mis hermanos,
necesitamos también escuchar a alguien que nos pregunte ¿eso que estás diciendo
es verdad o no es verdad? O alguien que con su silencio nos obligue a todos a
explicitar mejor en quien creo y porque creo y porque le pido esto al Señor.
Que bonito ambiente para todos nosotros que mañana celebramos la fiesta de nuestra
madre la Virgen en el misterio de su asunción y que hermoso para tantos hermanos
que están yendo a Urkupiña, de dejar que el Señor les pregunte, de dejar que el
Señor los sacuda un poco, para ver si esa fe que dicen expresar es profunda es
auténtica, es verdadera. O es solamente una tradición o una costumbre o un interés
individualista y egoísta que muchas veces llevamos como expresión de amor
decimos, pero en realidad e solo para favorecer algunos intereses. El no le
respondi nada pero ante la insistencia de los discípulos el Seor habla: “Yo he sido
enviado solamente a las ovejas descarriadas de Israel”, otra palabra dura que la
mujer la ha escuchado, “yo he venido slo a buscar a los que andan perdidos en el
pueblo de Israel, es una prueba tremenda es para ver si realmente esa mujer iba a
seguir confesándose seguidora del maestro y la mujer se adelanta y se postra a los
pies del Señor y le ruega una vez más Señor socórreme, se postra, es el paso que
el creyente tiene que dar en su vida, cualquier creyente, el que está en su casa y el
que peregrina, el que está ahora en Madrid o el que está mirando los
acontecimientos que pasan allá, tenemos que mostrar, dice el Papa a los jóvenes,
que nosotros nos ponemos de rodillas delante del Dios de la vida para que el
aumente nuestra fe, nosotros nos postramos ante Cristo para que El haga crecer
nuestra fe, enraizados en Cristo, ello se edifican y nuestra fe aumenta, esa es la
meditación de los jóvenes de toda la iglesia en todo el mundo, poner nuestra fe en
la práctica de reconocer solo al Señor como el único Dios a quien adoramos.
Pero una prueba más y quizás podría ser la más difícil, no está bien tomar el pan de los
hijos para tirárselo a los cachorros, esta es una frase dura, no se cómo
reaccionaríamos nosotros, nosotros que le pedimos tantas cosas a Dios, que lo
queremos hacer cómplice de todos nuestros deseos, nosotros que vamos y le
decimos un camión una casa un pleito la muerte para este, el castigo para el otro,
nosotros que a veces levantamos el nombre de Jesús para propagar justamente el
mensaje contrario al que El nos ha llamado y convocado, sino escuchemos los
discursos, escuchemos nomas las palabras, escuchemos los encuentros se habla
mucho del diálogo, pero nadie dice la verdad, se habla mucho de sentarse a la
mesa para hacer consensos pero se ponen condiciones tales que nadie puede
pensar distinto de lo que ya está programado cuantos conflictos podrían
solucionarse en nuestro país, en nuestra tierra, en nuestras familias si fuéramos
capaces de poner nuestros deseos ante las afirmaciones del Señor nuestro Dios,
“no es bueno tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros.” Y que hace
esta mujer, ¿se desalienta? ¿grita? ¿arma alguna presión pública contra el Señor?,
¿se decepciona llama a no hacerle caso?, no.
Ella toma la palabra del Señor ella sabe que cuando el Señor dice, no es bueno tomar el
pan de los hijos, se refiere a esa mesa de Dios donde hay para todos, para todos
los pueblos, para todas las naciones aún para aquellos que no pertenecen
legalmente a un pueblo a una comunidad Ella sabe y por eso su respuesta es la
respuesta más inspirada en el lenguaje de Dios: “y sin embargo Seor los cachorros
comen las migajas que caen de la mesa de sus amos…” no hay nada que se pierda,
aun esas migajas que caen sirven para los cachorritos, y ella se presenta con
humildad: “yo no soy más que la última, yo soy una mujer del pueblo, yo soy
alguien que viene a pedirte el favor para mi hija, para que termine en ella el
imperio del demonio que la tiene atemorizada y aterrada, por eso es que el Señor
dijo: “mujer que grande es tu fe, que se haga todo lo que has pedido…” y en ese
momento su hija se sanó.
Hermanos y hermanas las pruebas que tenemos hoy, las dificultades que pueden haber en
nuestra manera de comprender, de captar y de vivir la fe, tienen que pasar por
esta criba, es el Señor el que nos va zarandeando un poco para ver hasta dónde va
nuestra querencia para ver realmente si aquello que buscamos: la vida para los
otros y nosotros mismos es algo que responde a la vida de Dios, no es algo que
inventamos para pasar decorosamente nuestros días sin preocuparnos de los otros
y siempre preocupándonos de nosotros mismos.
Este es el mensaje del Señor este mensaje que lo escuchamos en este día tan
extraordinario para la iglesia católica, la víspera de la Virgen de Asunción cuya
imagen está aquí y que en estos días no nos dicen vayan y pidan cosas, que nos
pide escuchen a mi hijo síganlo a El, El es el Señor, El es el Hijo de Dios, El es el
salvador, el es el que puede aportar algo de la luz divina a nuestras búsquedas a
nuestros proyectos, a nuestros deseos de mejorar entre todos, ella nos vuelve a
invita a eso, escuchen a mi hijo este Evangelio queremos vivirlo también con
nuestros jóvenes, no es el número que ya es grande es hermoso y del que tenemos
que estar orgullosos los católicos del mundo, ese millón de jóvenes o más
representando a más de 140 países del mundo expresando su fe en todos los
idiomas de todas las razas de todos los pueblos que estos días van a convertir a
Madrid en la casa de Dios donde va a reinar la alegría y donde se va a recrear las
ganas de seguir sirviendo a un mundo que busca dividirse, hundirse, pero que el
Señor quiere levantarlo y quiere decirle que es hora de aumentar la fe en este Dios
que no busca sacrificios humanos, sino que busca el desarrollo de lo espiritual, de
lo moral en cada persona, en cada pueblo para que con esa transparencia podamos
construir un reino de Dios en medio de los reinos de la indolencia del odio, de la
venganza. Construir el reino del amor de la hermandad de la paz y la verdad, eso
es lo que nos pide el Señor hoy a toda su iglesia.
Amen