Viernes 19 de Agosto de 2011
Viernes 20ª semana de tiempo ordinario 2011
Rut 1,1.3-6.14b-16.22
En tiempo de los jueces, hubo hambre en el país, y un hombre emigró, con
su mujer Noemí y sus dos hijos, desde Belén de Judá a la campiña de Moab.
Elimelec, el marido de Noemí, murió, y quedaron con ella sus dos hijos, que se
casaron con dos mujeres moabitas: una se llamaba Orfá y la otra Rut. Pero, al cabo
de diez años de residir allí, murieron también los dos hijos, y la mujer se quedó sin
marido y sin hijos. Al enterarse de que el Señor había atendido a su pueblo dándole
pan, Noemí, con sus dos nueras, emprendió el camino de vuelta desde la campiña
de Moab. Orfá se despidió de su suegra y volvió a su pueblo, mientras que Rut se
quedó con Noemí. Noemí le dijo: "Mira, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su
dios. Vuélvete tú con ella." Pero Rut contestó: "No insistas en que te deje y me
vuelva. Donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo es el mío, tu
Dios es mi Dios." Así fue como Noemí, con su nuera Rut, la moabita, volvió de la
campiña de Moab. Empezaba la siega de la cebada cuando llegaron a Belén.
Salmo responsorial: 145
R/Alaba, alma mía, al Señor.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, / el que espera en el Señor, su Dios,
/ que hizo el cielo y la tierra, / el mar y cuanto hay en él. R.
Que mantiene su fidelidad perpetuamente, / que hace justicia a los
oprimidos, / que da pan a los hambrientos. / El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, /
el Señor ama a los justos. / El Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda / y trastorna el camino de los malvados. /
El Señor reina eternamente, / tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
Mateo 22,34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los
saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó
para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?" Él
le dijo: ""Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo
tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley
entera y los Profetas."
COMENTARIOS
A Jesús no le interesaba demasiado entrar en discusiones teóricas, y mucho
menos perderse en los detalles de las doctrinas fariseas.
La primera parte de su respuesta se identifica con una de las corrientes
minoritarias de entonces, la de los que decían que el mandamiento principal es el
amor a Dios. Pero la completa poniendo a su mismo nivel otro mandamiento, el del
amor al prójimo: «'Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente'. Este es el mandamiento principal y el primero, pero hay un
segundo no menos importante: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'. De estos
dos mandamientos penden la Ley entera y los Profetas». En estos dos
mandamientos (Dt 6,5; Lv 19,18), dice Jesús, se encierra todo el proyecto de Dios
para el pueblo de Israel: «De estos dos mandamientos penden la Ley entera y los
Profetas»
Porque, además de esta conexión entre ellos, lo importante de la respuesta
de Jesús es la relación que establece entre estos dos mandamientos y el resto de la
Ley: lo que importa en la Ley entera y los Profetas es el amor. Amor a Dios y amor
al prójimo. Los dos, juntos e inseparables. Los dos, totalmente imprescindibles,
pues si se prescinde de cualquiera de ellos, los otros 612 mandamientos pierden
todo su sentido.
Para los cristianos, Jesús lo resumió todo en el mandamiento del amor
fraterno -que no es igual que ninguno de los anteriores-, el mandamiento nuevo que
deja anticuados a todos los demás. El punto de vista, sin embargo, sigue siendo el
mismo: el amor.
Los cristianos no deberíamos olvidarnos de esto, no sea que nos
sorprendamos cualquier día al descubrir que estamos discutiendo de nuevo cuál es
el más importante de los 1.752 mandamientos de la Iglesia.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de servicios KOINONÍA)