Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
Donde está Pedro, está la Iglesia
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Yo te daré las llaves del Reino de
los cielos de modo que todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que
desates en la tierra, quedará desatado en el cielo” (Mt 16,18). Estamos ante el texto que
nos descubre el fundamento de la unidad de la Iglesia Católica bajo la autoridad del Papa,
Vicario de Cristo en la tierra.
Cristo fundó una sola Iglesia y desde el primer momento la concibió jerárquica al confiar a
Pedro la autoridad suprema y al constituirlo como la roca de la unidad. “Ya no te llamarás
Simón, sino “ Cefas”, que significa piedra (Jn 1,42). Esta promesa, que yo la llamaría
especial asistencia del Espíritu Santo, se ha cumplido a lo largo de los siglos. A pesar de las
profundas crisis sufridas, la barca de la Iglesia sigue navegando con renovado impulso y el
encuentro mundial de la juventud celebrado en Madrid nos lo confirma. Recordemos, por
ejemplo, tres momentos especialmente críticos como fueron los cismas de oriente y
occidente y la reforma protestante, para darnos cuenta de que sin la asistencia efectiva de
Dios, la Iglesia católica ya hubiese sucumbido.
En el año 1054, durante el cisma de oriente, se separó la Iglesia Ortodoxa, más por razones
políticas y humanas que teológicas. Con ellos compartimos la fe y los sacramentos, pero no
aceptan el primado del Papa. Juan Pablo II explicaba maravillosamente que el primado
romano no es de poder, sino de servicio, a ejemplo de Cristo que no vino para ser servido,
sino para servir. Los ortodoxos forman iglesias autónomas que esperemos un día vuelvan a
la unidad como el mismo Cristo lo pidió: “Padre, que sean uno, como Tú y yo somos uno”
(Jn 17,11).
En el año 1417 se produjo el cisma de occidente y un siglo después sobrevino otra gran
separación del tronco milenario de la Iglesia católica, con la reforma protestante
encabezada por Martín Lutero, Calvino y Zwinglio. Actualmente existen más de 200
denominaciones protestantes (adventistas, metodistas, evangelistas…) y se siguen
dividiendo pues les falta no sólo la sucesión apostólica, sino también la piedra de la unidad
que es el Papa. Los protestantes suprimieron varios sacramentos con el pasar de los años y
su doctrina se va alejando de la Iglesia de Jesucristo por el mismo hecho de que les falta el
Magisterio y un anclaje seguro que es el Papa que gobierna en comunión con todos los
obispos del mundo.
Por ello y a pesar de la fragilidad de los miembros que la integramos, la gran seguridad de
pertenecer en la verdadera Iglesia fundada por Cristo nos la da el Papa. “Ubi Petrus, ibi
ecclesia” (Donde está Pedro, allí está la Iglesia).
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