Ciclo A. Solemnidad. Epifanía del Señor. (6 de enero)
Mario Yépez, C.M.
Epifanía significa “manifestación” o “revelación” y, está solemnidad, está
relacionada con la visita de los Magos de Oriente que nos narra el evangelio de
Mateo. Si bien es cierto, el pueblo judío es el heredero de las promesas del Dios de
Israel, la salvación no puede estar restringida a un único pueblo. De esta manera,
ya desde pequeño es preciso subrayar que Jesús nació para darnos la salvación a
todos y por tanto, Israel se convierte en el imán a través del cual toda la revelación
dada en el Antiguo testamento cobra su verdadero sentido en Jesús y la Nueva
Alianza. Incluso, ya en los tiempos posteriores al exilio, como lo narra Isaías, se
confiesa la verdad de un Dios único que tiene que ser reconocido por los demás
pueblos, quienes peregrinarán para adorar al Dios verdadero. Ya no hay
exclusividad sino apertura y Pablo en su exhortación a los efesios lo especifica
claramente. Cristo es el revelador del Padre, es quien nos manifiesta la verdad de
un Dios que viene a salvarnos. Pero no todos sienten esto como una necesidad sino
más bien como una amenaza. Herodes representa la terquedad de quienes no
quieren permitir que Jesús reine sino más bien buscan hacer prevalecer sus propios
caprichos y su falsa “soberanía”. En oposición a ello, los Magos de Oriente, que
saben reconocer la necesidad de un rey que pueda unir a las naciones, no teniendo
reparo alguno para adorar al Niño Dios. Es el coronamiento del rey de reyes en la
humildad de una visita extraordinaria y en la confianza que un Dios ha llegado a
manifestarse en plenitud. Llevémosle nuestros regalos, pero no objetos, sino
nuestra propia vida como adhesión a su plan de salvación
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)