Ciclo A. 5º domingo de Pascua
Mario Yépez, C.M.
Somos piedras vivas; nos recuerda Pedro en su carta y, lo somos de verdad,
porque también se nos ha revelado el rostro de Dios en Jesucristo nuestro
Salvador. ¡Cuántas veces hemos visto la mano de Dios en nuestra vida y seguimos
diciendo como Felipe: “muéstranos al Padre y eso nos basta”!. Ya tenemos el
camino a seguir; ya sabemos que con Jesús obtenemos la vida y que siguiendo su
ejemplo estaremos siempre en el lado de la verdad; pero es allí, en nuestras
decisiones, donde tenemos que hacerlo realidad La vocación de servicio tiene que
ser nuestra carta de presentación donde vayamos y donde estemos. La primera
comunidad cristiana lo entendió así y surgieron los ministerios, no para crear
privilegios o “status”, sino para servir mejor a las necesidades de la comunidad. Y
así debe entenderse todo ministerio en la Iglesia. No olvidemos que la piedra
fundamental es Cristo. Por eso, quien está unido a Cristo sirve y eso hace que los
demás se conviertan, cambien de actitud. Ya Jesús se lo decía a sus discípulos: “al
menos crean en mis obras”. Y más aún, será por nuestras obras de cristianos, es
decir, nuestra disposición a servir, como muchos podrán acercarse a Dios y se
convencerán de que él es el camino, y la verdad y la vida y serán felices como lo
somos quienes nos esforzamos en dar más que en recibir. Volvemos a la
exhortación de Pedro: “somos piedras vivas…raza elegida…nación consagrada…un
pueblo adquirido”. Somos la Iglesia, luz para el mundo, medio para santificarnos,
ruta segura para llegar al Reino. No es un privilegio, es una responsabilidad y esto
hay que darlo a conocer vivamente al mundo que necesita encontrar el verdadero
sentido del servicio. Tú y yo estamos llamados a darlo a conocer.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)