Ciclo C. III Domingo de Adviento
Julio César Villalobos, C.M.
¡Qué alegría que Jesús venga!
Una vez fuimos a visitar un grupo de misioneros una comunidad de la sierra de
Perú, para coordinar la misión que íbamos a empezar en ese lugar. Minutos antes
de la celebración de la Santa Misa, se acerca una persona de muy avanzada edad y
al ver nuestra cruz en el pecho empieza a llorar, la besa muy devotamente y nos
dice a cada uno: “papá, qué bueno que Dios nos visite”, “Dios les ha traído aquí
papá”, “nunca se olviden de nosotros”, “no nos dejen solos”.
Todos coinciden que este Domingo es el domingo de la ALEGRÍA. Es que hay una
razón principal, que es a la vez una motivación: Dios viene pronto!!!. Por eso:
“Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón,
Jerusalén” (Sof.3,14-18ª).
Ya no podemos poner excusas, Dios es el que viene a nuestro encuentro. Él nos da
la paz y nos devuelve la alegría y nos renueva en nuestro compromiso de dar a
conocer su amor a otros. Ya estamos en la mitad de este camino de preparación
para llegada de Jesús en la navidad. Otra motivación de por qué ese gozo, está en
la parte final de la primera lectura: “él se goza y se complace en ti, te ama y se
alegra con júbilo como en día de fiesta”.
Adviento es para poner en práctica la bondad de Dios en nosotros, y que nada ni
nadie nos preocupe y nos ponga tristes, porque Dios está siempre con nosotros.
“Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres. Que todo el mundo
los conozca a uds por su bondad” (Filp.4,4-7).
Aquel Señor de la historia real sacó a relucir su tristeza ya que se sentía solo, y
trasmitía ese sentimiento de parte de sus amigos y familiares. Pero se aferraba a la
esperanza de que Dios nunca los dejaría solos, por eso es que besó la cruz.
¿Tienes dificultades?, acércate a Jesús; ¿has perdido la paz?, pues mira a Jesús que
viene darte la alegría perdida. Si nos aferramos más a Jesús, él como dice San
Pablo: “custodiará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”.
Por segunda vez sale en este tiempo de adviento el personaje muy conocido por
nosotros, San Juan Bautista. La humildad que le caracteriza y la misión que aceptó
de parte de Dios de ser el precursor del Mesías le llevó a decir: “Yo los bautizo con
agua; pero viene uno que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de
sus sandalias” (Lc.3,10-18). El bautista reconoce que Dios es el único que trae la
salvación, el gozo, y el fuego de su amor: “Él bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
Adviento será el tiempo para reconocer que Jesús es la salvación, que Jesús nos da
la alegría, la paz, el amor. Cuánta gente en el hoy de nuestra vida hay que ha
perdido todo, y su vida no tiene sentido. Pienso en una señora que porque su hijo le
falló con muchas cosas fuertes que hizo, su vida para ella dejó de tener sentido y
por eso desea suicidarse.
El evangelio termina diciendo que Juan Bautista: “exhortaba al pueblo y les
anunciaba el evangelio”. Una tarea que asumir en este tiempo de adviento: animar
con el gozo de un Jesús que viene a todos, y que nuestra propia vida sea una
buena noticia (un evangelio) para todos.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)